Una carrera como investigador en seguridad y defensa

Como presidente de CISDE, muchos alumnos que termina alguna de nuestras titulaciones me preguntan: «¿profesor, cómo puedo ahora seguir mi carrera profesional en seguridad y defensa?» Tras años de experiencia, mi respuesta se resume en que hay que hacerlo «con esfuerzo, constancia y especialización».

Aunque las motivaciones de los alumnos del Campus Internacional para la Seguridad y la Defensa para matricularse en un curso son variadas, el avance profesional está siempre como un potente factor de ingreso en nuestra institución docente. Muchos de los alumnos se sienten seducidos por el atractivo temático de materias como la seguridad internacional, la inteligencia, la geoestrategia o la lucha contra el terrorismo -por nombrar sólo algunas-. En consecuencia, al terminar sus programas, se preguntan cómo pueden continuar en este campo a través de una actividad profesional. En este artículo. vierto mis reflexiones sobre este camino que, lejos de resultar fácil o rápido, se basa en una vocación científica basada en el descubrimiento.

Reconozco que a mis alumnos les disuado de autodenominarse «analistas», porque considero que hay demasiados analistas sueltos por los medios de comunicación y sólo una fracción de ellos puede considerarse como tal desde el punto de vista empírico. Un analista es una persona de una enorme experiencia investigadora, con capacidad de analizar fenómenos complejos en su campo de actuación. Prefiero el humilde término de investigador, porque dentro de su sencillez puede aplicarse «a toda persona que investiga». Cualquier persona, de cualquier condición, puede investigar sin otra atadura que su vocación y su curiosidad.

Al contrario que en otros países, fuera del ámbito universitario español, existe una escasa cultura investigadora y de transferencia del conocimiento, no digamos ya una cultura del mecenazgo. Además, los verdaderos analistas de seguridad y defensa no aspiran a obtener retribuciones que compensen mínimamente años de dedicación y decenas de publicaciones. Almorzando hace pocos días con uno de los más prestigiosos analistas españoles de nuestro ramo, un profesor de universidad con más de 120 publicaciones científicas, éste me reconocía desazonado: «Estoy cansado de que me llamen de tantas instituciones y de tantos foros para colaborar… ¡gratis!».

Entonces… ¿merece la pena recorrer ese camino de sacrificios?

Yo creo que sí, pero advierto de que se ha de poseer un acusado espíritu olímpico y de vocación por contribuir al bien común. Un investigador es un atleta intelectual cuya mayor satisfacción será que un día sus trabajos serán útiles a la sociedad. Sólo tras años de especialización y publicaciones reconocidas se irá labrando un prestigio personal.

El producto terminado
Hoy, un investigador experto en seguridad y defensa es alguien que suele poseer conocimientos únicos sobre uno o varios campos de nuestra seguridad y defensa. Conocedor del método científico y de las técnicas de investigación y análisis, habrá descubierto informaciones inéditas que tienen utilidad para la sociedad y son transferibles a los actores de nuestra seguridad colectiva (Fuerzas Armadas, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Servicios de Inteligencia). El investigador verdaderamente experto, también conoce las técnicas de redacción en publicaciones científicas. De hecho, habrá publicado numeroso artículos en revistas científicas nacionales e internacionales, que le habrán servido para ganarse un prestigio incontestable. Sus trabajos sirven además a otros investigadores para apoyar sus teorías o aproximaciones. En algunos casos, recibe peticiones de organismos oficiales nacionales o internacionales para asesorar. Muy probablemente es doctor y docente en una o varias universidades. Recibe además invitaciones de otras universidades nacionales y extranjeras para impartir conferencias. Obtiene su mayor satisfacción del sentido de utilidad pública de su trabajo y, en menor medida, del reconocimiento que genera tras años de esfuerzo. Aunque sabio, no es un hombre rico.

A aquellos que deseen empezar una carrera de investigación en seguridad y defensa les diría:

  1. Ser un verdadero investigador no es ni rápido ni fácil. Anhelar prestigio y fama rápidos, con esfuerzos efímeros, es una manera espuria de conducirse en un ámbito científico. Su actividad debe estar basada en  el amor a la verdad y a la sabiduría. El investigador se conduce con un profundo altruismo interior.
  2. Con esfuerzo y constancia, con una investigación bien orientada por sus mayores y con una gran cultura general reforzada por una adecuada especialización, se tendrán las bases sólidas con las que empezar a construir una carrera.
  3. No se publica para ganar prestigio ni por afán de acreditarse, sino porque se han descubierto cosas originales que merecen ser descritas científicamente. El descubrimiento científico es la única razón de ser del investigador (algo que está acaso más incardinado en las ciencias naturales que en las ciencias sociales). Las exigencias profesionales son legítimas pero no son el elemento que ha de motivar la labor científica.
  4. La originalidad es condición sine qua non para redactar un trabajo. Resulta razonablemente sencillo hacer una revisión bibliográfica y escribir un artículo bien referenciado que explique lo que digan otros, con alguna conclusión. Muchos artículos son así. Lo que ya tiene más dificultad es establecer principios predecibles y no digamos ya a teorías que puedan validarse.
  5. El investigador debe ser competente en tres áreas complejas: el conocimiento creciente dentro su campo de aplicación; el dominio del método científico de investigación y las técnicas de redacción científica. Estas tres competencias permitirán al investigador ser un verdadero especialista, acertar en el diseño de su investigación y ser capaz de publicar sus hallazgos de forma solvente.
  6. El investigador no debe apoyarse en medios de comunicación generalistas cuyo objeto es la actividad periodística o divulgativa. La razón de ser de la información periodística y la información científica es diferente y ésta no debe verse contaminada por aquella. El conocimiento científico forma parte del conocimiento, pero no a la inversa.
  7. El periodo investigador conlleva un tiempo de maduración que no debe forzarse. Un descubrimiento o un constructo teórico puede llevar años de desarrollo, no es una tarea de meses y no digamos ya de semanas.
  8. Interesa relacionarse con otros colegas o integrarse en grupos de investigación. Para un investigador en seguridad y defensa es siempre gratificante sentirse apoyado y respaldado por otras personas que comparten el mismo ámbito académico que pueden enriquecer mucho sus conocimientos sobre determinadas cuestiones.
  9. Leer lo que otros analistas escriben sobre determinados temas es una buena manera de comparar la calidad de las propias investigaciones, antes de orientar un artículo o ensayo.
  10. Una vez que se empieza a publicar, la relevancia pública del autor suele crecer por encima de la percepción propia del individuo. Si se han hecho bien las cosas, el fruto suele ser aprovechado y concitará admiración, a menudo sin que se tenga conciencia de ello.

Grupos de Investigación Académica en CISDE
El Campus Internacional para la Seguridad y la Defensa tiene una gran vocación de fomento de la investigación de calidad. Para ello, varios de sus profesores han animado la creación de grupos de investigación académica en los que cualquier persona interesada se puede integrar, siempre que demuestre verdadera vocación. En este momento son seis: Ciberseguridad y Ciberdefensa, Conflictos Internacionales, Financiación de Grupos Terroristas Yihadistas, Historia Militar Aplicada, Terrorismo y, por último, Transferencia de Conocimientos. Los grupos permiten al investigador sentirse amparados por una estructura organizada en el que se integran otros compañeros y estar supervisado por un director que sugiere líneas de investigación, para hacer el esfuerzo más productivo.

 

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