«Riesgo de ataque terrorista de ideología yihadista en España»
María Julia Martínez Martínez, alumna de CISDE, presenta en su trabajo Fin de Máster el riesgo de ataque terrorista de ideología yihadista en España. Un asunto de carácter internacional muy tratado en los medios de comunicación del país. Se presenta así un trabajo que evalúa un conjunto de indicadores para determinar este riesgo.
Introducción
En el presente trabajo se evalúa un conjunto de indicadores que sirven para determinar el riesgo de un eventual ataque yihadista en España. A modo introductorio, en el apartado dos se aborda la noción de Islam desde diferentes ópticas. En el apartado tres, se describe la conducta general del musulmán, a continuación, en el apartado cuatro, se presenta la situación de los musulmanes en España. Finalmente, en el apartado cinco, se realiza una evaluación del riesgo de terrorismo yihadista, como amenaza a la Seguridad Nacional.
Islam
En general, hay una percepción negativa del mundo musulmán, entremezclando los conceptos de islamista, musulmán, árabe, incluso de yihadista. Musulmán es el que practica tanto la religión del Islam como su sistema de vida. Etimológicamente musulmán proviene del verbo aslam, que significa someterse a Dios. Pero Islam no sólo es una religión, sino que también es un sistema de vida, cuyo núcleo se sitúa en el mundo árabe, pero se difunde por varias zonas geográficas, por lo que se puede clasificar en función de criterios geográficos, con sus propias especificidades.
Se puede decir que hay un Islam árabe, que agrupa a los países árabes de Oriente Medio (se basa en la cultura del desierto), al Norte de África (caracterizado por ser una simbiosis entre la sociedad islámica y economía capitalista) y a buena parte del resto de África. También hay un Islam asiático, con marcados rasgos diferenciadores del anterior, que comprende a lo que se denomina el mundo islámico en Asia (Pakistán, Indonesia, Turquía, Afganistán, Irán,…).
El Islam árabe y el Islam asiático forman Dar Al Islam o tierra del Islam, puesto que son zonas en las que el Islam es la religión mayoritaria. Por el contrario, Dar Al Harb es el resto del mundo, que engloba a los musulmanes que viven en el resto de países, como los europeos, americanos, de Oceanía,…, en los que el Islam no es la religión mayoritaria y los que la practican se encuentran en mayor o menor medida integrados en una sociedad occidental, con sistemas políticos de marcado carácter laico.
Además del criterio geográfico, el Islam se distingue por su activismo: (1) Islamismo político, participa activa o clandestinamente en la política de los países islámicos, intentando adecuar el sistema político a la ley islámica; (2) Islamismo misionario, que promueve pacíficamente la conversión de la sociedad desde la perspectiva religiosa; (3) Islamismo radical o revolución social, que afirma reaccionar en forma de protesta ética ante la ciencia que ha cosificado al hombre, que combaten activamente contra la injusticia y la opresión, considerando a los ricos y poderosos como criminales que han usurpado el poder y se han apoderado ilegalmente de los bienes comunes; y (4) Yihadismo, en el sentido de ramas violentas y radicales del islamismo, vinculadas con la utilización del terrorismo.
Desde el punto de vista económico, algunos países del Islam entran en la categoría de países en desarrollo, pues padecen graves dificultades económicas, tienen una enorme deuda exterior y sufren limitaciones de recursos, que no son usados para erradicar la pobreza, cubrir necesidades o reducir las desigualdades entre las distintas clases sociales. Además, muchos de estos países están militarizados y excesivamente burocratizados, y como el funcionario público está mal pagado, es presa fácil de la corrupción, lo que deteriora y deslegitima sus estructuras estatales. Esta situación económica y política favorece la aparición de movimientos islamistas, y sobre todo el islamismo radical.
Por el contrario, otros países del Islam entran dentro de la categoría de países desarrollados, disponen de gran cantidad de recursos naturales, por lo que gran parte de su riqueza se debe a la explotación de los mismos. Son Estados que, gracias a dichos recursos, como el petróleo o el gas, han sufrido una profunda transformación, pasando de la pobreza a la modernidad, con altos estándares de vida, por lo que los movimientos islamistas tienen más dificultades para acceder a la política. Sus sistemas financieros se están desarrollando rápidamente, dado que canalizan negocios por billones de dólares. Los gobiernos centrales de estos países son la industria con mayor crecimiento, lo que dificulta la implementación de las clásicas medidas económicas destinadas a alcanzar progresos económicos. Además, la economía sumergida alcanza en muchas ocasiones una tercera parte de la renta nacional bruta.
Según el Pew Research Center, la religión musulmana es la segunda más importante del mundo. Los creyentes musulmanes eran casi 1.600 millones en el año 2.010, y se estima que en el año 2.050 la cifra alcance los 2.761 millones, lo que supone una tasa de crecimiento anual del 1,37%.
Conducta del musulmán
El eje del pensamiento islámico es el hombre en sí mismo, su nobleza y su dignidad. Todas las normas y conductas islámicas, establecidas por la Sharia o ley islámica, deben acatar fielmente los principales propósitos del Islam en cuanto a ennoblecer al individuo y dignificar la sociedad. La conducta del musulmán se regula por un sistema basado en las cinco obligaciones canónicas o cinco pilares básicos: shahada (fe), salat (oración ritual), zakat (limosna), sawn (ayuno) y hach (peregrinación).
Una serie de reglas rigen las relaciones del hombre con Allah, así como con sus semejantes, permitiéndose gozar de bienestar y calidad de vida, aunque se imponen ciertos límites. Se establece un filtro moral, que diferencia entre lo haram (ilícito) y lo halal (lícito), y que se aplica en todos los aspectos de la vida cotidiana y, además del ámbito religioso, abarca el político, el social y el económico. La religión forma parte esencial de todas actividades del individuo y no se puede separar lo espiritual de los aspectos materiales, es decir, de aquellos que afectan a la vida cotidiana. Por consiguiente, tanto la política, como la economía, la cultura y la sociedad adquieren una dimensión moral.
Para entender la conducta del creyente musulmán hay que tener en cuenta distintos aspectos, como el histórico, el religioso, el económico y el financiero, aunque fundamentalmente está condicionada por la pertenencia a la Umma. Por otra parte, también hay que tener en consideración aquellos motivos y circunstancias que pueden llevar a una conducta violenta, cuyo caso más extremo sería la radicalización en su grado máximo, que transforma al individuo en un combatiente terrorista de ideología yihadista. Todos estos aspectos, cuya conjunción está provocando un efecto en el entorno no musulmán denominado Islamofobia, serán tratados en los siguientes apartados.
Umma
Las sociedades occidentales y las islámicas se diferencian básicamente en que tienen distintas bases jurídicas. Mientras que los países occidentales tienen estructuras jurídicas basadas en el individuo, sus derechos y obligaciones, lo que refleja que son sistemas desacralizados, en los que la ley y la religión están separadas, el Islam, por su parte, se basa jurídicamente en la comunidad o Umma, que comprende al conjunto de creyentes islámicos, y tiene personalidad propia. Por tanto, en el Islam, se reconoce a la Umma, mientras que el concepto de Estado se considera como un invento occidental. La configuración actual de los países del Islam proviene de su herencia colonial, por lo que muchos de estos Estados se caracterizan por su falta de identidad como nación, y lo que subyace es un fuerte sentimiento de pertenencia a la Umma.
Los Estados se componen del conjunto de órganos de gobierno, legislativos y judiciales, es decir, de las instituciones que poseen la autoridad y potestad para establecer las normas que regulan una sociedad, ostentando soberanía interna y externa sobre un territorio determinado. Ese conjunto de instituciones es indispensable para la organización ordenada de la vida social. Las preocupaciones básicas de los Estados son el pleno empleo, el bienestar general, la eliminación de la pobreza y la corrección de las desigualdades sociales. En las sociedades occidentales existe un sector público encargado de prestar servicios. Se considera que el sector privado no tiene capacidad para ofrecer dichos servicios públicos, fundamentalmente porque no son económicamente rentables. Por el contrario, el Islam sí cree en la capacidad individual para la prestación de servicios comunes, ya que todos los individuos tienen como objetivo final la consecución del desarrollo para mejorar la sociedad en su conjunto, no basándose en criterios de rentabilidad económica.
En la sociedad islámica, los pobres tienen derecho a disfrutar de los bienes básicos, de ahí que, por ejemplo, se considere que la educación deba ser gratuita. La solidaridad social es la base del sistema. Se asume que existen diferencias entre los individuos, y que no todos tienen las mismas capacidades. Los recursos se redistribuyen no como acto de caridad o de auxilio, sino porque los sectores más desfavorecidos de la población tienen la legitimidad de acceder a su parte.
Entre los mecanismos de redistribución de la riqueza que existen en el Islam está el zakat, que consiste en la obligatoriedad de entrega de un porcentaje sobre la riqueza anual acumulada. Aunque se ha traducido como limosna, se asemeja más a un impuesto cuya finalidad es el equilibrio económico. Desde el punto de vista teológico, la entrega del zakat sirve para purificar el dinero obtenido. Hay dos tipos de zakat: el zakat-al-fitr o donación al final del Ramadán de todo musulmán con capacidad de pago y el zakat-al-mal o proporción fija de la riqueza personal. El importe del zakat suele oscilar entre el 1% y el 2,5%, con objeto de equilibrar las diferencias sociales. Se emplea para hacer frente a las necesidades de la comunidad, tales como socorrer a los pobres, las viudas y los huérfanos. Aunque puede ser percibido como un sistema que disminuye el capital, en realidad revierte nuevamente a la comunidad, aumentando la calidad de vida de la sociedad. Históricamente, el zakat ha sido recaudado por el Estado, aunque actualmente también está siendo recaudado por entidades bancarias islámicas, así como por distintas organizaciones que afirman no tener fin de lucro. Los suníes pueden decidir el destinatario del zakat, al contrario que los chiíes, que lo tienen que entregar a quien la autoridad religiosa indique.
Desde el punto de vista económico, la relevancia del papel del Estado depende del conjunto de normas establecidas para regular los aspectos económicos de la sociedad. Normalmente, el Estado moderno se enfrenta a la resolución de dos problemas económicos: primero, la reducción del desempleo y la inflación, y segundo, fomento del crecimiento económico con la oferta disponible de trabajo y capital.
En el siglo XVI, los Estados occidentales tenían como finalidad la acumulación de poder, por lo que su preocupación fundamental consistía en aumentar su riqueza, medida por las tenencias de oro y plata. En el siglo XVII se desarrollaron políticas proteccionistas para favorecer los intereses de las economías nacionales. Posteriormente, surgió el concepto de economía de mercado, que consideraba que cualquier tipo de intervencionismo es un impedimento para la buena marcha de la economía, ya que elimina la eficacia por la falta de competitividad. Ya en el siglo XX, sobre todo en las últimas décadas, se ha evolucionado hacia el concepto de Estado de bienestar, que se puede definir como la intervención del Estado para mejorar el bienestar de los ciudadanos, mediante la implementación de políticas sociales. En la actualidad, los Estados tienen que resolver los desequilibrios que la globalización y el mismo Estado de bienestar han generado, además de tomar las medidas necesarias para, desde el punto de vista financiero, asegurar su mantenimiento en el medio y largo plazo.
El proceso de descolonización y posterior desarrollo de países islámicos, ha coincidido históricamente con el desarrollo y posterior crisis del Estado de Bienestar en los países occidentales. La sociedad islámica contemporánea considera que los países occidentales han sufrido una etapa de profunda desacralización, lo que les ha conducido a la pérdida de referencias y valores. En el Islam, religión y política son términos fuertemente vinculados desde su origen, en el siglo VII, por lo que los musulmanes han tratado de reconstruir sus países configurando un nuevo modelo político en el que pudieran reencontrar su identidad, perdida tras el largo período de colonización. Los nuevos políticos del Islam, tratando de buscar un régimen alternativo y sintiendo la necesidad de moralizar la vida económica, han establecido un sistema político cuyos mecanismos de funcionamiento económico se sitúan en un terreno intermedio entre los planteamientos del capitalismo y el socialismo. El Islam considera la eliminación de la tiranía económica y el justo reparto de la riqueza no como una meta final, sino como el primer paso hacia el desarrollo, el bienestar y la felicidad, de manera que los individuos tengan su subsistencia asegurada, así como las garantías de un nivel de vida digno, teóricamente.
Conducta económica
Los principios económicos islámicos no han sido establecidos por el hombre, sino que provienen de la revelación divina. Conceptos tales como propiedad, contrato, trabajo, riqueza, competencia, riesgo y justicia alcanzan una dimensión moral, y tienen distintas implicaciones para el musulmán.
Propiedad
La propiedad privada, bajo los parámetros occidentales, consiste en el derecho del individuo a usar, disfrutar y disponer de cosas materiales, excluyendo a otros de su uso o disfrute. Esto implica una vía de doble sentido, por una parte el individuo tiene el derecho y por otra parte excluye a los otros. Por el contrario, la propiedad común es el derecho al uso o disfrute de un individuo sin excluir ni ser excluido por otros.
En el Islam, la propiedad tiene una consideración de cualidad sagrada y moral, ya que Allah es el último propietario de todas las propiedades. La Sharia determina cuales son los recursos o fuentes naturales que pertenecen a la comunidad, así como los recursos disponibles para los individuos, sin que por ello la comunidad pierda sus derechos originales. Antes de desempeñar cualquier trabajo, todos los miembros de la sociedad tienen el mismo derecho a disponer de los recursos. No obstante, cuando los individuos aplican su labor creativa a dichas fuentes, se genera el derecho de la prioridad en el uso y disfrute del producto resultante, sin que el derecho de otros sea anulado. El derecho exclusivo y absoluto a disponer de la propiedad es rechazado, por lo que hay un nexo de unión entre trabajo y derechos de propiedad. Además de obtener los derechos de propiedad a través del propio trabajo, se permite la transmisión mediante intercambio, contrato, donación o herencia.
Simultáneamente a los derechos, la Sharia establece sus correspondientes obligaciones de la propiedad: La primera obligación es la responsabilidad de compartir las ganancias (en términos monetarios) del producto vendido y la renta generada; y la segunda obligación consiste en no desperdiciar, destruir o desaprovechar, así como no usar la propiedad para propósitos no permitidos. Así pues, los musulmanes no pueden hacer uso de los bienes para defraudar, especular o practicar el despilfarro, teóricamente.
Relaciones contractuales
En cualquier sistema económico, los individuos no sólo toman decisiones por y para sí mismos, sino que interactúan con otros miembros de la sociedad a través de los acuerdos contractuales, dentro de límites establecidos por los ordenamientos jurídicos correspondientes. En el Islam, los acuerdos contractuales no sólo son importantes jurídicamente, sino también desde un punto de vista moral, ya que la Sharia impone al hombre la obligación de ser fiel a su palabra. La confianza es la piedra angular en la relación de los individuos con Allah, así como con el resto de individuos. Los contratos se fundamentan en los principios de inviolabilidad y santidad, así como en la preservación de los derechos de la propiedad.
En el Islam, además de los contratos bilaterales que existen en los regímenes jurídicos convencionales, está generalizada la figura del contrato unilateral, cuya naturaleza gratuita no requiere el consentimiento del receptor; por ejemplo los regalos (hadiah, hibah), donaciones (waqf) o las aportaciones ligadas a la destrucción o desaparición de bienes (ibra).
Las transacciones financieras no se diferencian de otro tipo de contratos en cuanto a que están sujetos al cumplimiento de los principios de la Sharia. Especialmente no pueden estar vinculadas a riba (préstamo con interés), por lo que se rigen por el principio de reparto, entre todas las partes involucradas en la actividad económica, tanto del riesgo, como de la asignación proporcional del beneficio. Tampoco son posibles las transacciones relacionadas con gharar (incertidumbre u ocultación de información), derivadas de información asimétrica, falta de información o carencia de control. Un contrato en el que esté presente riba o gharar queda automáticamente invalidado.
En los acuerdos contractuales de préstamo existe un escrupuloso código de conducta caracterizado por: (1) sólo se puede pedir un préstamo para consumo si no se tienen cubiertas las necesidades básicas, nunca para bienes superfluos o de lujo; (2) el deudor puede devolver el préstamo anticipadamente antes de la fecha de vencimiento, pero también se le puede conceder una extensión de la fecha de amortización, si lo precisa; (3) no se puede faltar a la dignidad del deudor, utilizando procedimientos persecutorios de recuperación de préstamos; y (4) el acreedor garantizará la cancelación del préstamo si el deudor es incapaz de devolverlo, y en el caso de que ni el acreedor garantice la cancelación, ni el deudor devuelva el préstamo, se puede apelar a los fondos del zakat.
Trabajo
Según el sistema económico convencional, el trabajo es uno de los tres factores de la producción, junto con la tierra y el capital. El ser humano trabaja por motivos económicos, es decir, para obtener una remuneración o salario. Si bien el mercado de trabajo se trata como el resto de mercados, ya que el salario resulta de la interacción de la oferta y la demanda, tiene los matices derivados de la existencia de una regulación laboral a la que se someten los distintos agentes sociales. Aunque el trabajador es libre de trabajar en la profesión que quiera, su elección recaerá entre las ofertas disponibles según la situación coyuntural económica.
En el Islam, el mismo Corán exalta y glorifica el trabajo, considerándolo como manifestación de fe, alabando la motivación del trabajo bien hecho, por lo que promueve la calidad. La inactividad, así como el desaprovechamiento del tiempo en un trabajo improductivo y no beneficioso, es la exteriorización de la carencia de fe, despreciándose y desprestigiándose especialmente la holgazanería. No obstante, todos aquellos que no son física o mentalmente capaces de trabajar conservan el derecho a percibir lo que la sociedad produce. Para el Islam, el trabajo no sólo es un derecho, sino también un deber y una obligación, permitiendo el derecho a elegir el trabajo que desee. Sin embargo, esta libertad está limitada, dado que el hombre tiene que elegir entre los tipos de trabajo permitidos por la Sharia, y esta decisión implica la obligación de considerar las necesidades de la sociedad, teóricamente.
Riqueza
La riqueza constituye el conjunto de activos totales o bienes con valor económico que se poseen, es decir, riqueza financiera más bienes materiales e inmateriales que pueden ser valorados en términos económicos y que sirven para satisfacer las necesidades humanas. Además, la riqueza es el producto creado por el propio funcionamiento del sistema económico, ya que, normalmente, todo proceso productivo finaliza creando más valor del utilizado inicialmente. Sin embargo, en el Islam se utiliza la palabra mal que se traduce como prosperidad y riqueza, representando tanto la riqueza material como la espiritual. Se considera la riqueza como algo positivo, dado que contribuye al sostenimiento de la sociedad. La no utilización de los recursos que Allah ha creado, para la creación de riqueza, beneficiando tanto al individuo como a la sociedad, implica ingratitud. Además es necesario hacer un uso equilibrado de los recursos, para no dilapidar el crecimiento futuro. La riqueza es la fuerza vital del sistema económico islámico, por lo que tiene que estar en constante circulación, flujo o movimiento, lo que significa que el acopio o el acaparamiento de riqueza están excluidos explícitamente. La acumulación exagerada de riqueza conduce a la decadencia, lo que constituye una amenaza. La pobreza involuntaria es indeseable y es la base de la falta de fe. La riqueza utilizada y distribuida equitativamente da lugar a una vida noble y digna.
Uno de los aspectos más criticados por el Islam es el concepto occidental de riqueza, al considerar que tan solo satisface las necesidades físicas o corporales del hombre, no las verdaderas necesidades; además de que con la escasez de recursos actuales, no es posible que todos los individuos alcancen un mínimo nivel de calidad de vida. El modelo del Islam se basa en un sistema económico equilibrado, que garantiza un mínimo nivel de vida a toda la sociedad, teóricamente.
Competencia
En Economía, la existencia de competencia se percibe como algo positivo. En los países occidentales con sistemas económicos basados en la libertad de mercado, justifican la existencia de la competencia por razones económicas, ya que aumenta la eficacia del mercado, afectando a la formación de precios y mejorando el mecanismo de ajuste al equilibrio. Los agentes económicos identifican unos objetivos, establecen los medios para conseguirlos y toman decisiones económicas en base a un sistema de elección, de manera que se optimice la consecución de dichos fines.
La simple competencia asegura el progreso técnico y científico. Por el contrario, en el Islam los motivos que justifican la existencia de competencia son morales. Se insta a la competencia, como acto beneficioso y de rectitud, actuando los individuos en cooperación con la comunidad, resultando en una economía dinámica y creciente, teóricamente.
Riesgo
El riesgo es la posibilidad de una eventual pérdida, fruto del desarrollo de una actividad mercantil, cuando se pretende conseguir un beneficio o incremento de valor. El tratamiento del riesgo es uno de los puntos más antagónicos y polémicos entre la economía convencional y la economía islámica, dado que en la primera el riesgo se asume simétrica o asimétricamente, mientras que en la segunda el riesgo sólo puede ser simétrico.
En los contratos de deuda del sistema económico convencional, el riesgo y el premio se comparten asimétricamente, es decir, el deudor soporta la mayor parte del riesgo, además de estar obligado al cumplimiento del contrato. El acreedor está legítimamente facultado para exigir el cumplimiento de la obligación contraída, asumiendo un riesgo mucho menor. Sin embargo, en la economía islámica, cuando la actividad económica genera beneficio o valor añadido, este se distribuye proporcionalmente entre los agentes participantes en el proceso productivo. Igualmente, si se produce una pérdida de capital, se distribuye proporcionalmente. Cualquier remuneración del capital no vinculada con la productividad de la inversión, se considera riba, lo que implica que es un beneficio no legal, quedando al margen de la ley. Por tanto, el beneficio debe estar justificado sobre la base de la responsabilidad contraída, por lo que sólo se puede obtener un beneficio o sufrir una eventual pérdida, si se ha asumido riesgo.
En cuanto al riesgo en las operaciones financieras, para su análisis y valoración se emplea el concepto de volatilidad, en su acepción de cambio (independientemente de la dirección del mismo, lo que incluye tanto un incremento como una disminución) en el valor de un activo financiero durante un horizonte temporal específico, cuantificándose normalmente a través de la desviación típica. Los inversores individuales en el ámbito económico occidental confían la gestión financiera a los intermediarios financieros, considerando que están mejor preparados para el análisis de la evolución de los mercados y que, por dedicar mayor cantidad de recursos para el acceso a la información, pueden intermediar más eficientemente. Además, dichos intermediarios ofrecen a los inversores préstamos garantizados por colateral, protegiéndose de ciertos tipos de riesgo, al limitar la exposición únicamente al colateral. Por el contrario, en los fondos depositados en bancos islámicos, se permite a los ahorradores o inversores individuales influir en la toma de decisiones de inversión, así como compartir los riesgos asociados con la elección correcta de la inversión.
También los bancos islámicos son capaces de influir en las decisiones corporativas de las empresas a las que proporcionan financiación, incrementando las posibilidades de obtención de beneficios. Este sistema de retroalimentación refuerza la estabilidad del sistema financiero, que a su vez será fortalecido por la estabilidad del sector real, aumentando la solidez del sistema económico en su conjunto, teóricamente.
Justicia
La justicia es el conjunto de reglas y normas, que regulan las relaciones entre los miembros de la sociedad, normalizadas mediante disposiciones jurídicas, que deben ser aplicadas por jueces imparciales y tienen un origen cultural, es decir, en el consenso entre los individuos pertenecientes a una sociedad sobre lo que se considera bueno o malo, justo o injusto. El objetivo central del Islam es la justicia, que emana de la religión. La base cultural se fundamenta en lo que, desde la perspectiva teológica, se considera bueno o malo, justo o injusto. Lo justo agrada a Allah y lo injusto le desagrada. La norma comprende las disposiciones jurídicas que, según los países, en distinto grado se han ido acomodando a la ley islámica. Justicia implica rectitud, imparcialidad, igualdad, equidad, equilibrio, templanza y moderación. El Islam trata de garantizar la subsistencia de la gente, defender los derechos de los desposeídos, eliminar la miseria y la pobreza, tendiendo a un nivel de vida equilibrado entre la población. El interés del individuo está protegido, si no entra en conflicto con el interés general de la comunidad, por lo que a priori no se contradice la justicia de la comunidad con la del individuo.
La justicia, desde la perspectiva económica, se caracteriza por la libertad, la equidad en el intercambio y distribución, así como por la igualdad de oportunidades para todos los miembros de la sociedad con respecto a la utilización de los recursos. Un agente con capacidad de financiación puede elegir entre dos opciones: invertirlo en una actividad empresarial, obteniendo un retorno por la inversión, o bien entregarlo en concepto de préstamo, lo que se considera como un acto de caridad. Los fondos destinados a préstamos deben ser empleados para promover el desarrollo económico y el bienestar social. En consecuencia, el desarrollo económico debe ser equilibrado para todos sus miembros, beneficiando tanto a los individuos actuales, como a las generaciones venideras, teóricamente.
Conducta financiera
Los instrumentos financieros que se comercializan en las instituciones financieras islámicas son contratos cuya validez legal requiere la ausencia de riba (interés), gharar (ocultación de información o incertidumbre), qimar (juego), maysir (engaño) y haram (producto prohibido). La instrumentalización y comercialización de nuevos productos financieros requiere la aprobación de la Sharia Board (Comité Religioso), que está presente en todas las instituciones financieras islámicas.
En los sistemas económicos convencionales, el tipo de interés es el precio del dinero, es decir, la forma de cuantificar las cantidades que el deudor debe al acreedor como retribución del capital recibido a crédito. En general, se percibe positivamente como premio por el ahorro y la productividad del capital. Sin embargo, en el Islam, el tipo de interés está prohibido por ser un acto de ingratitud, considerándose una forma de explotación económica y social. Constituye un enriquecimiento injustificado, incompatible con su sistema de valores, ya que el dinero no fue creado para obtener beneficio. No hay justificación moral para el pago de un tipo de interés por el mero hecho de prestar un capital, aunque es razonable cierta remuneración del capital, si se usa para crear riqueza, invirtiéndose en una actividad productiva. El capital no puede ser retribuido al margen de su productividad, aunque sí puede intervenir en la actividad comercial como copartícipe del reparto de beneficios o pérdidas. Las formas de actividad económica que garantizan una remuneración fija están prohibidas. Durante siglos los juristas islámicos han debatido sobre como asignar el porcentaje del incremento de capital que debe ser considerado como incremento abusivo o desorbitante o, simplemente, incremento razonable. Finalmente, parece que han llegado al consenso de que riba debe ser interpretada como cualquier tipo de interés sobre un préstamo. No obstante, en caso de necesidad se puede aceptar un préstamo con interés y, si alguien se viera obligado por cualquier circunstancia a recibir un beneficio, fruto de la riba, tiene la obligación de destinarlo como sadaka (obras de caridad).
El desarrollo de la estructura financiera islámica ha venido determinado por una combinación de religión, economía, política y otros factores históricos. Las primeras instituciones financieras islámicas surgieron en un sistema dominado y regulado por la banca convencional bien establecida, con la que tenían que competir. Progresivamente fueron ganando cuota de mercado y la industria de las finanzas islámicas ha crecido a pasos agigantados, constituyendo hoy uno de los sectores más dinámicos de las finanzas mundiales. En 2015, se emitieron 66,4 mil millones de dólares en bonos islámicos, alcanzando a finales de dicho año un volumen en circulación de aproximadamente 321 mil millones de dólares, concentrándose principalmente en tres mercados, Malasia, Arabia Saudí y Emiratos Árabes, aunque dicha concentración puede cambiar con el crecimiento gradual de Indonesia y Turquía, entre otros países. El 3% de los activos financieros mundiales están en instituciones financieras islámicas .
Dado que la carga de intereses está prohibida y el sistema está basado en la distribución del beneficio, el propio sistema discriminará a los intermediarios por su habilidad y eficiencia al explotar las imperfecciones del mercado.
Desde el punto de vista teórico, el sistema islámico incurre en menos costes, puesto que el número de intermediarios es más reducido, pero además tiene que ser más eficiente en la práctica, puesto que sus entidades deben competir en el sistema financiero convencional, cada vez más globalizado. No obstante, resulta difícil evaluar la eficiencia de las entidades financieras islámicas, dada la carencia de índices de referencia que sirvan para la valoración relativa de las mismas. De las instituciones que componen la estructura financiera islámica, destaca la cuota de mercado obtenida por la banca islámica, que se ha concentrado principalmente en la banca comercial. Los establecimientos financieros de crédito, las entidades aseguradoras, así como otro tipo de intermediarios y auxiliares financieros (como por ejemplo sociedades de tasación o agencias de rating) o no existen o están en una fase inicial. En 2015 había 278 bancos islámicos en el mundo.
Conducta religiosa
El Islam surge con el profeta Mahoma en el siglo VII, como nueva doctrina ideológica y religiosa. Con la muerte del profeta se produce la primera división política entre sus seguidores, cuando tuvieron que decidir sobre la persona que debía ser su sucesor. Desde entonces, se han producido otras escisiones, algunas de las cuales han tomado una deriva que va más allá del ámbito político, lo que ha desembocado en distintas percepciones sobre: las características para que una persona sea considerada autoridad religiosa, el papel del califa, los rasgos identificativos del buen musulmán, los rasgos de una acción para que sea considerada pecado, el papel de la mujer, el concepto de yihad, las normas de comportamiento con los no musulmanes…
Algunas de estas escisiones han sido pacíficas, sin embargo otras han ocasionado conflictos bélicos cuyas consecuencias repercuten en la situación actual, no sólo desde un punto de vista ideológico y religioso, sino también en el ámbito político, ya que trascienden la noción de territorio o nación. Es por tanto que no se puede hablar de una conducta religiosa única, sino de múltiples, aunque compartan algunas pautas comunes.
El 80% de la población musulmana es suní. Consideran que la autoridad religiosa emana del profeta, por lo que el califa es un jefe religioso y político abierto a todos los varones del clan de Mahoma, es decir, el Quarasí. La conducta del suní depende del grupo al que pertenezca, ya que el sunismo se divide dependiendo de la escuela jurídica, del punto de vista religioso, de la ubicación social, de la cultura del lugar donde se reside,…
La segunda rama más relevante en el Islam es el chiismo, en la que se considera que hay tres tipos de hombres: los teósofos profetas e imanes, que tienen una sabiduría superior al resto de creyentes; los iniciados, que al cabo del tiempo terminarán siendo como los primeros; y el resto de hombres, que tienen inteligencia aunque poco desarrollada y precisan de un iluminado para que les alumbre el camino.
Además de la interpretación ideológica, la conducta religiosa está condicionada por el lugar de residencia. No se comporta de igual modo un musulmán que reside en un lugar en el que su rama es la predominante, que el que lo hace en otro lugar en el que el poder está en personas de otra ideología. Y obviamente, el comportamiento del musulmán será claramente distinto si su religión no es la preponderante en el país en el que reside.
La conducta religiosa condiciona la vida cotidiana, sobre todo los hábitos de consumo. En el mundo musulmán se considera que la economía occidental actual es un sistema totalmente desprovisto de ética, dado que se basa en el consumo ciego e inmoderado de productos superfluos, que las estrategias de marketing han conseguido hacer creer que son necesarios. En el Islam está prohibido el consumo excesivo o israf, los únicos bienes y servicios aptos para el consumo son los denominados halal, es decir, aquellos que: (1) cumplen con los requisitos exigidos por la ley islámica, (2) son respetuosos con el medioambiente y con el bienestar animal, (3) suponen una explotación razonable de los recursos naturales, y (4) cumplen los requisitos imprescindibles de comercio justo y solidaridad en el intercambio. La población islámica considera tener hábitos de consumo moderado y saludable, convirtiéndose en un colectivo excluido de los circuitos convencionales del consumo.
Conducta violenta
El wahabismo es una doctrina ideológico-religiosa creada en el siglo XVIII por el reformador espiritual Al Wahab, e introducida en la península arábiga por la alianza con el Emir Ibn Saud, que inspirará al salafismo, corriente ideológica que además de condicionar el comportamiento religioso del creyente musulmán establece una serie de principios que pueden desembocar en una conducta violenta.
Los wahabistas se consideran los auténticos defensores del Islam. Sus pilares básicos son tres: (1) una aplicación rigurosa de la Sharia, (2) la voluntad de purificar las sociedades actuales, contaminadas y degeneradas, y (3) la expansión de la corriente religiosa. El salafismo se inspira en la vertiente más violenta del wahabismo: el radicalismo wahabí. La tendencia ideológica de Sayd Qutb es la más radical y violenta dentro del salafismo y ha resultado ser la más influyente para la mayoría de las actuales organizaciones terroristas, como Al Qaeda o Daula Al Islamí–Daula Al Jilafa (en adelante Daish), cuya doctrina se califica como terrorismo de ideología yihadista, ya que interpreta el término yihad como lucha global.
La conducta violenta ha sido objeto de interés para la ciencia . Existen diversas corrientes que han tratado de explicar el comportamiento violento. Dichas corrientes pueden ser agrupadas bajo tres enfoques:
Perspectiva biologicista o genética: Los científicos radicalmente biologicistas plantean que los actos violentos están condicionados exclusivamente por el repertorio genético, es decir, por factores innatos. Se basan en argumentos como los siguientes:
o Existen elementos del sistema nervioso (concretamente, del encéfalo) que pueden regular el comportamiento violento de una persona. Estos son la corteza prefrontal, y el cerebelo. La corteza prefrontal es la encargada de las funciones ejecutivas, regulando el comportamiento superior, canalizando la motivación, midiendo la atención, participando en la elaboración de soluciones, y además ejerciendo control sobre la impulsividad. El cerebelo corrige las discrepancias entre lo que se quiere hacer y lo que se acaba haciendo.
o Existen hormonas como la testosterona, que en dosis extremas en sangre pueden inducir comportamientos agresivos, o el gen SRY, que predispone al individuo a ponerse en situaciones de riesgo. Estas son segregadas por el cuerpo sin necesidad de factores ambientales.
o La genética puede llegar a tener un efecto potenciador sobre el comportamiento violento. Determina algunas enfermedades mentales heredadas como la esquizofrenia o la propensión al alcoholismo o a la depresión).
Perspectiva ambientalista: Los científicos radicalmente ambientalistas consideran a las personas como tablas rasas, por lo que la personalidad se rige exclusivamente por las experiencias vividas durante el proceso de aprendizaje. Por tanto, según este enfoque, los actos violentos estarían determinados únicamente por el ambiente en el que se desenvuelven, y se basan en factores externos como:
o La alimentación, por el papel que tiene en la formación de neurotransmisores, que tienen un papel activo en el estado de ánimo y la personalidad, como por ejemplo las proteínas.
o El contexto social, que puede llegar a condicionar mucho la conducta. Las acciones tienen una función evolutiva adaptativa, y afectan a los rasgos de la personalidad, que van cambiando a lo largo de la vida.
o Otros factores externos, como los que activan un gen interruptor como desencadenante, como por ejemplo, el gen MAO (Monoaminooxidasa) ligado a la violencia y agresividad. El gen MAO puede presentarse en forma corta (MAOA-L) o en forma larga (MAOA-H). Los individuos en los que se presenta la variable corta tienen una mayor tendencia a actuar de forma violenta cuando se han desarrollado en un ambiente violento. Sin embargo, esos mismos individuos no tendrán dicha tendencia cuando han sido criados en entornos no violentos.
Perspectiva biosocial: El enfoque biosocial supone una comunión entre la genética y el aprendizaje ambiental. Es un modelo coherente que presupone que los individuos son de una manera predeterminada, según su genética, pero su comportamiento se va modificando al ser influidos por el ambiente, que los termina convirtiendo en algo distinto a lo que la genética auguraba. Por tanto, según esta perspectiva, sería más fácil hacer violenta a una persona con un gen determinado, aunque también es más fácil conseguirlo si se recrea el ambiente adecuado.
Además de sobre el comportamiento violento, todos estos condicionantes psicológicos ejercen una considerable influencia sobre los procesos de radicalización, ya que pueden actuar como factor precipitante, acelerando el tránsito a través de las etapas que convierten en un combatiente terrorista a un creyente moderado, o incluso a un no creyente. En los procesos de radicalización aparece la figura del agente radicalizador, es decir, el sujeto que pretende convertir al individuo en combatiente terrorista. Estos agentes no pueden medir el código genético proclive al uso de la violencia en los individuos que pretenden radicalizar, por lo que la opción más factible es detectar a aquellos más vulnerables, es decir, a los que han experimentado una situación o contexto social adverso. Otra opción es captarlos recreando un ambiente de rechazo, de manera que quede aislado de su entorno cotidiano, tanto familiar como social.
Las personas más sugestionables con más tendencia a ser influidas socialmente son: las que tienen baja autoestima, necesidad de apoyo, bajo autocontrol, bajo cociente intelectual y alto nivel de ansiedad. El agente radicalizador tratará de detectar a aquellos sujetos que son más vulnerables, como por ejemplo a los adolescentes, que se dejan influir fácilmente para sentirse parte de un grupo, sobre todo si el agente viene con rol de líder, es decir, revestido de autoridad, como sería en el caso de un combatiente experimentado o un imán. En general, el individuo teme ser rechazado por el grupo. Huir de una situación de peligro es una función adaptativa, por lo que la posibilidad de un eventual rechazo supondría una falsa situación de amenaza a la supervivencia. Es por tanto que el agente radicalizador tiene un doble papel: como líder carismático lo atraerá y en su faceta de líder autoritario buscará la manera de que el individuo objetivo tema ser rechazado por el grupo.
Una vez radicalizado y convertido en combatiente terrorista de ideología yihadista, el individuo considera que su acción es un acto de defensa, que puede ser realizado mediante todos los recursos disponibles, lo que incluye el uso de la violencia. Sus actos no son vengativos, sino legítimos y justos, orientados a responder con la misma intensidad y violencia al contrincante que inició el conflicto: judíos y naciones occidentales, además de las naciones con regímenes apóstatas que los apoyan. Además de la violencia, el combatiente presenta los siguientes rasgos desde un punto de vista psicológico:
Identidad: Los terroristas de ideología yihadista no son individuos emocionalmente inestables, sino que su comportamiento está guiado por una gran motivación. No actúan como personas individuales sino como parte de un colectivo con identidad propia (identidad colectiva). No importa su posición o clase social previa, edad o riqueza personal. Ni siguiera es relevante su creencia anterior.
Defensa: Manifiestan la necesidad de defenderse (legítima defensa) de unos enemigos que han iniciado este conflicto actual, idea que surge de una interpretación sesgada del Corán, en la que se asume que el buen musulmán tiene el deber de defender el Islam, la religión musulmana, la Umma y el honor del profeta, además de los territorios o lugares considerados sagrados. Por consiguiente, el llamamiento a la yihad es una actividad defensiva.
Exculpación: Restan responsabilidad a sus actos violentos con argumentos exculpatorios. Aluden a la injusticia de la pasada dominación colonial e imperial, al irritante conflicto con Israel y al reconocimiento del Estado de Israel por parte de las Naciones Unidas. Consideran que orden sociopolítico actual es humillante e injusto, dominado por Estados Unidos y la Unión Europea. El enemigo es poderoso y malévolo.
Justificación: Creen firmemente que el uso de la violencia es el último e inevitable recurso para lograr sus propósitos. La situación actual exige un cambio repentino y radical. Sus actuaciones tienen fuerza moral, es decir, están legítimamente justificadas. Incluso está justificado el atentado suicida, ya que consideran que entregar la vida es la máxima expresión de la fe.
El terrorismo es un fenómeno de naturaleza peculiar y los sucesivos intentos de conceptualizar dicho término han sido objeto de gran controversia. Lo que para algunos es un atentado terrorista, para otros es un acto de insurgencia o una lucha por una reclamación territorial. Las principales dificultades para establecer una definición consensuada internacionalmente surgen cuando se intentan determinar los factores que caracterizan al terrorismo, tales como los tipos de conductas, las circunstancias y las motivaciones. Por otra parte, tampoco hay consenso en la delimitación de las víctimas del terrorismo, en concreto, si se debe limitar a las personas directamente afectadas por las acciones violentas, o si debería extenderse a las afectadas indirectamente, además de a instituciones, a Estados o, incluso, a la humanidad en su conjunto. No obstante, en los múltiples intentos de definir el término terrorismo se encuentran una serie de elementos o conceptos comunes, tales como violencia o fuerza, la amenaza de utilizarla, motivación o finalidad, objetivos o víctimas, efectos psicológicos, premeditación o planeamiento, procedimientos operativos y espacio geográfico. A pesar de que no haya una definición consensuada de terrorismo, en la sociedad occidental se considera acto terrorista cualquier actuación violenta contra población civil.
La actual estrategia de los grupos terroristas se basa en el empleo brutal de la violencia con el propósito de obtener la mayor repercusión mediática posible. Presenta tres rasgos característicos básicos: conseguir mejor franja horaria en los medios de comunicación, elegir el símbolo adecuado que sirva para dar un mensaje claro y explotar el dramatismo. El ejemplo más claro de esta estrategia se encuentra en los atentados del 11S, que marcaron un punto de inflexión en el ámbito del terrorismo yihadista:
Franja horaria de mayor audiencia: Los atentados se produjeron sobre las 9:00 de la costa este de Estados Unidos, que equivalía a las 15:00 en Europa y a las 21:00 de Yakarta. Con este horario, los atentados se retrasmitían en directo en franjas horarias de gran audiencia de Europa (telediarios de mediodía) y Asia (telediarios de la noche) y, con respecto al público americano, los medios de comunicación social tuvieron todo el día para elaborar y difundir sus productos informativos. Se puede afirmar que en este caso se produjo la mayor difusión global de la información del atentado.
Símbolo adecuado: La simbología de Nueva York es dual, por una parte representa el poder financiero y económico en el distrito de Wall Street (símbolo mundial del capitalismo) y por otro se pretenden golpear indirectamente al pueblo judío, tradicional e históricamente vinculado a la banca. La simbología de las Torres Gemelas también era relevante, ya que era el segundo y definitivo intento que implicaba la consecución de algo que parecía imposible. El segundo objetivo, el Pentágono, representaba el poder militar. Y el tercer objetivo, aunque fallido, era la Casa Blanca, que representaba el poder político.
Dramatismo: En las sociedades occidentales actuales (que se pueden considerar mentalmente sanas, a pesar de cierto nivel de morbo que acompaña a la violencia) los asesinatos implican dramatismo, que es lo primero que explotan los medios de comunicación, puesto que así saben que aumentan automáticamente sus audiencias, lo que conlleva prestigio y beneficio económico. Mostrar las imágenes más dramáticas consiguió un doble propósito: por una parte, reforzó la moral del grupo terrorista Al-Qaeda, así como la de todos los sectores dominados por el fanatismo islámico, y, por otra parte, minó la moral de los otros o “mundo occidental civilizado”, que tomaron numerosas decisiones condicionadas por este evento. Además, al ser un atentado indiscriminado, generó un sentimiento de terror no sólo en el país donde se produjo, sino a nivel mundial, puesto que hubo un cambio mental en el mundo occidental y a partir de esa fecha toda la población occidental se empezó a sentir posible víctima de un evento terrorista, algo que no había ocurrido nunca hasta la fecha.
Figura del combatiente
Con la guerra de Afganistán, se inicia la yihad global, es decir, un flujo continuo de personas que acuden a las zonas de conflicto porque sienten la responsabilidad de asistir al llamamiento de la lucha para proteger los valores musulmanes y a los lugares sagrados. Son conscientes de que acuden para entrar en combate, es decir, para pasar a la acción violenta.
El grupo terrorista de ideología yihadista que se puede considerar gran primer receptor de combatientes extranjeros es Al Qaeda. Sin embargo, en los últimos años Al Qaeda parece haber sido eclipsada tras la aparición del grupo terrorista Daish, que ha llegado a hacerse con el control de un extenso territorio en Siria e Irak, creando un protoestado en el que impera la Sharia en todos los órdenes y ámbitos, al que además, de los integrantes locales, también han acudido decenas de miles de yihadistas procedentes de todo el mundo.
Es por tanto que en las zonas de control de los grupos terroristas conviven combatientes locales con extranjeros, comúnmente llamados foreign terrorist fighters (en adelante FTF). La ideología religiosa actúa como factor unificador, aunque sus experiencias sociales y económicas son diametralmente distintas, por la marcada diferencia en lo que se considera habitual y cotidiano en cada una de sus áreas de origen, es decir, los factores que influyen desde un punto de vista estrictamente ambientalista. Esta multi-nacionalidad de combatientes supone la confluencia de personas de diversas regiones geográficas (Afganistán-Pakistán, Norte de África, Península Arábiga,…) con distintas ideologías religiosas de partida, que puede llegar a provocar el síndrome de Babel, que es ciertamente una vulnerabilidad que debe ser tenida en cuenta.
Esta congregación de combatientes de distintos orígenes, ideologías, así como de distintas experiencias sociales, también conlleva la agrupación de personas condicionadas por distintos factores psicológicos. Al contrario que los combatientes recién llegados, los que están ya plenamente integrados en la estructura organizativa han sufrido gravemente los efectos de la violencia, tanto la que se ha ejercido sobre sus amigos y compañeros, como la que han tenido que aplicar ellos mismos, causándoles síntomas similares a los del estrés post-traumático. La violencia es algo natural y cotidiano para ellos, y les ha ocasionado unos marcados efectos psicológicos, que demuestran al acompañar sus actos con episodios de gran ensañamiento. Estas actitudes son el reflejo de ciertas psicopatías, que constituyen una incuestionable vulnerabilidad psicológica, que no tienen los recién llegados, pero que pueden llegar a desarrollar en muy poco tiempo.
En consecuencia, y por la amenaza que supone, una de las figuras que más preocupa es la del combatiente que llega a Occidente después de haber pasado un período de tiempo conviviendo en un entorno controlado por un grupo terrorista, como Al Qaeda o Daish. Sin embargo, hay una marcada diferencia entre el combatiente local y el FTF, que debe ser tenida en cuenta. Los combatientes locales no tienen más que la experiencia social y económica adquirida al vivir en un entorno enteramente islámico, por lo que si llegan a Occidente con el propósito de continuar con el combate, precisan de una infraestructura de apoyo logístico. Además, al no ser conocidos por los cuerpos y fuerzas de seguridad del país al que llegan, pueden pasar sin ser detectados entre los flujos de emigrantes, legales o ilegales. Por el contrario, los FTF han experimentado las condiciones sociales y económicas de los países occidentales, conocen la lengua y las costumbres, por lo que sus acciones pueden ser llevadas a cabo con un alto grado de independencia. Tanto los combatientes locales como los FTF pueden llegar a ser letales, puesto que han adquirido destreza en el combate y capacidad de cometer actos violentos. Tienen la motivación necesaria para entrar en acción. Solamente les falta la ocasión.
Islamofobia
Los atentados protagonizados por combatientes de la organización terrorista Daish, junto con los ataques inspirados en el ideario de dicha organización, han polarizado a la población civil occidental, fracturándola en dos facciones enfrentadas: los que defienden que el Islam es una religión de paz y que la mayor parte de los musulmanes son moderados y los que, en un ambiente de temor y sospecha, consideran que todo lo relacionado con el Islam es una amenaza contra Occidente. En este contexto de enfrentamiento social, algunas instituciones gubernamentales toman decisiones basadas en motivos coyunturales, cuyas consecuencias tendrán efectos sobre la seguridad a medio y largo plazo.
El descrédito de las políticas de refugiados, argumentando que es el Caballo de Troya para la entrada de terroristas en Europa, junto con el surgimiento de grupos políticos que apelan a populismos, como los neonazis, está creando un caldo de cultivo que con cada nuevo atentado incrementa el miedo y la aprensión contra la comunidad musulmana, que conlleva al actual demonización del Islam.
La controversia de la mujer musulmana, junto con las implicaciones que tiene el pañuelo en la cabeza en todas sus formas (burka, niqab, hidjab, chador,…) cuyo uso se ha incrementado considerablemente de manera perceptible en las ciudades de las sociedades occidentales, agrava el sentimiento de rechazo. El colectivo femenino musulmán siente que el pañuelo es un objeto de discriminación laboral, que las excluye e inhabilita para aquellos puestos en los que se requiere visibilidad frente al público. Se sienten discriminadas porque llevar la cabeza cubierta es interpretado como sumisión en el mundo occidental, mientras que las religiosas católicas, que también se cubren el pelo, son muy respetadas.
Por otra parte, el oportunismo de muchos medios de comunicación ha encontrado una manera de vender aportando informaciones de manera sesgada y utilizando un lenguaje que beneficia el ideario yihadista, sembrando una sensación de amenaza y alarma en torno a todo lo relacionado con el Islam. Emplear reiteradamente el término terrorismo islamista en lugar de terrorismo de ideario yihadista conlleva a que poco a poco el vocablo islamismo se está asociando con terrorismo de tal manera, que se están convirtiendo en sinónimos en muchos países occidentales. Adicionalmente, la utilización de la expresión Estado Islámico en lugar de Daish parece conferirles la legitimidad territorial. Hablar de los soldados del Califato en lugar de combatientes del grupo terrorista los eleva a la categoría de fuerzas armadas de un estado convencional. Es decir, que la difusión de noticias sin ningún rigor está contribuyendo a la desinformación sobre el tema, además de estar beneficiando considerablemente al ideario yihadista, en tanto en cuanto que los medios de comunicación occidentales están facilitando la referida polarización citada anteriormente, que genera un discurso de odio, cuyas consecuencias pueden tener un efecto devastador en la sociedad. Pero el discurso moderado no vende mientras que el radical sí.
Todos estos factores convergen favoreciendo un sentimiento de rechazo hacia todo lo que tenga que ver con el Islam. Es lo que se llama Islamofobia.
Musulmanes en España
Los musulmanes representan aproximadamente el 4% de la población total de habitantes, incluyendo tanto a españoles como extranjeros residentes en España. De las cinco escuelas para la práctica del culto islámico, las más extendidas en España son las malekí y hanafí, ambas suníes, seguidas en menor medida por la chafeí y hanbalí, ambas también sunies, y la yafarí (chíi). Además, también hay algunas cofradías sufíes.
Demografía
A finales de 2015, la cifra de musulmanes en España ascendía a 1.887.906 personas, de los cuales el 41% (779.080 personas) eran españoles, mientras que el 59% (749.274 personas) restante eran inmigrantes. Además de España, el principal país de origen sería Marruecos, que con 749.274 personas representaría el 40% del total de musulmanes inmigrantes en España, y muy por encima de otros países como Pakistán (4% con 77.478), Argelia (3% con 62.268), Senegal (3% con 61.598), Nigeria (2% con 42.543) o Mali (1% con 22.730).
Los musulmanes por comunidades autónomas se concentran principalmente en Cataluña, Andalucía, Madrid, Valenciana, Murcia, Ceuta-Melilla y Canarias, ya que en dichas comunidades se encuentran el 80% del total de personas musulmanas en España.
Aunque la mayor parte de la población musulmana en todas las comunidades autónomas se compone de españoles y marroquíes, hay determinados municipios en los que son más importantes los de otras nacionalidades, como los pakistaníes en Barcelona, Badalona (Barcelona), Valencia y Logroño (La Rioja), los senegaleses en Salou (Tarragona), Guissona (Lérida), Coruña y Vigo (Pontevedra) y argelinos en Alicante, Ejea de los Caballeros (Zaragoza) y Lalín (Pontevedra).
Las principales localidades por número de musulmanes son, en este orden: Barcelona, Ceuta, Madrid, Melilla, Badalona (Barcelona), Cartagena, El Ejido (Almería), Málaga, Murcia, Tarrasa (Barcelona), Valencia y Zaragoza; y en términos relativos, los municipios más relevantes son: Aitona (Lérida), Castejón (Navarra), Fresnedillas de la Oliva (Madrid), La Mojonera (Almería), Manlleu (Barcelona), Navalperal de Pinares (Ávila), Níjar (Almería), Salt (Gerona), Saucedilla (Cáceres), Talayuela (Cáceres), Torre-Pacheco (Murcia) y Ulla (Gerona).
En la última década la población musulmana en España ha crecido considerablemente. La cifra actual, 1.887.906 millones a finales de 2.015, es más del triple que la del 2003, año en el que el número de musulmanes en España se estimaba en unos 525.000. Según datos de Pew Reserach Center, la población musulmana de España puede alcanzar una cifra cercana a los 4 millones de personas en el año 2.050.
Instituciones islámicas
El Ministerio de Justicia dispone de un Registro de Entidades Religiosas. A finales de 2015 constaban inscritas en dicho registro 1.491 entidades islámicas: 1.427 comunidades religiosas, 20 asociaciones confesionales y 44 federaciones confesionales, incluida la Comisión Islámica de España (CIE). Las comunidades autónomas donde más instituciones islámicas hay son Cataluña (298 entidades), Valenciana (208), Andalucía (207) y Madrid (126), que son la de mayor presencia de población musulmana.
En algunas comunidades se observa que la población musulmana tienen una representatividad mucho mayor que el número de entidades, como por ejemplo en Cataluña (donde vive el 27% de población musulmana, pero solamente están establecidas el 20% de las entidades islámicas), Andalucía (15,9% de población superior al 13,9% de entidades) y Madrid (14,8% de población y 8,5% de entidades).
Sin embargo, en otras comunidades se observa el fenómeno contrario, como en Valencia (donde vive el 10,6% de población musulmana y están establecidas el 14% de las entidades islámicas), Murcia (5,1% de población y 6,4% de entidades), Ceuta-Melilla (4,2% de población y 5% de entidades), Castilla La Mancha (3,3% de población y 6,5% de entidades) y Comunidad Vasca (2,7% de población y 4,4% de entidades).
Por tanto, los imanes de las entidades islámicas de estas comunidades atienden, por lo general, a un número más reducido de fieles. Los centros de Madrid atienden, en promedio, a unos 2.214 fieles, los de Canarias a 1.754, los de Cataluña a 1.713 y los de Andalucía a 1.451.
Posibilidades económicas y financieras
Tanto el comportamiento económico de una persona física que profesa la religión musulmana en España, como el de sus empresas, son fenómenos económicos, por lo que ambos deben ser analizados desde una perspectiva económico-financiera. Aunque los musulmanes que viven en España se rijan por los principios económicos islámicos, ni tienen acceso a la banca islámica, ni a productos financieros islámicos, en términos generales. Las únicas opciones disponibles para adquirir activos financieros o contraer pasivos son mediante la utilización de las instituciones financieras convencionales, por lo que tienen que decidir si utilizar los productos financieros que dichas instituciones le ofrecen, o mantienen su riqueza en efectivo.
Por su parte, el converso al Islam parte de una situación en la que tiene un perfil económico financiero occidental acorde con su situación profesional, personal o laboral. Al convertirse sufre una profunda transformación en diversos aspectos, incluido un eventual cambio en su perfil económico financiero, que implica rechazar los productos financieros convencionales, que conllevan riesgo asimétrico y están vinculados a un tipo de interés, por lo que son haram, y por consiguiente prohibidos.
En países con importante presencia musulmana, industrias alimentarías y empresas de servicios dirigen parte de sus esfuerzos hacia la producción de productos para dichos consumidores, puesto que representan una cuota de mercado muy interesante. En el caso de España la industrial halal ha experimentado un extraordinario crecimiento en los últimos años. Los musulmanes son consumidores que demandan productos halal y diversas entidades han trabajado durante años para convencer a las empresas sobre la rentabilidad de producir dichos bienes que son obligatorios para los casi dos millones de musulmanes que viven en España y que pueden resultar atractivos para la población no musulmana.
En España, las empresas pueden obtener un certificado del Instituto Halal, que es la entidad que se encarga de gestionar la Marca de Garantía Halal de Junta Islámica. Cuando obtienen este certificado, pueden usar dicha Marca de Garantía tanto en los productos que comercializan como en sus establecimientos. Obtener el certificado obliga al propietario a controlar los procesos de producción, adecuándose a los estándares preestablecidos, y que además puede ser supervisado en cualquier momento. Actualmente , hay 270 empresas certificadas en España.
Por otra parte, una buena parte de los países musulmanes tienen climas desérticos en los que escasea la ganadería, por lo que son grandes importadores de ganado, en concreto de animales vivos, ya que han de ser sacrificados de una forma determinada para ser consumidos. En el método de sacrificio denominado sacrificio halal se tiene que hacer un corte rápido y profundo en el cuello, en concreto hay que cortar la arteria carótida y la vena yugular a la vez que se deja intacta la espina dorsal. Si bien se ha generalizado la idea de que este método de sacrificio produce una carne más apta para el consumo puesto que se produce un mayor drenaje de sangre, es un procedimiento cuyo origen está en la tradición. El matarife debe rezar una oración antes de sacrificar al animal limpio, tumbado en reposo sobre su lado izquierdo y mirando hacia la Meca, sin alterar la piel (por lo que no puede ser aturdido por objetos que penetren la dermis). No obstante, si no es posible obtener carne sacrificada de esta manera, se pueden consumir otras carnes por motivo de supervivencia.
España es un gran exportador de animales vivos, y el Puerto de Cartagena es el primero autorizado del Sistema Portuario Español para este tipo de tráfico. Esta actividad ha crecido considerablemente en los últimos años, dado que el Puerto está situado en el eje de las grandes rutas marítimas del Mediterráneo, además de que está conectado con la red española de autovías y ferrocarriles. Los principales países de destino de estos productos son Marruecos, Túnez, Argelia, Libia, Egipto, Líbano y Emiratos Árabes Unidos.
En cuanto a las posibilidades financieras en España, la normativa actual no permite la banca islámica. Sin embargo, algunas agrupaciones están empezando a ofrecer financiación en régimen de cooperativa o seguros takaful, que también cubren la preparación del cadáver según el rito islámico, la repatriación y sus correspondientes gestiones administrativas. No obstante, dichos productos financieros similares a los islámicos tienen un ámbito muy limitado. Por tanto, los que optan en España por no utilizar los sistemas convencionales tienen pocas opciones: utilización exclusiva del dinero en efectivo y transferencia de fondos mediante sistemas alternativos, como los Hawala.
La amenaza del terrorismo yihadista en España
En términos de Seguridad y Defensa, los riesgos de un Estado son los daños que pueden ser causados por las amenazas, es decir, la contingencia o proximidad de que se desencadenen eventuales eventos que supongan un peligro para la sociedad. La amenaza siempre conlleva riesgo, pero el riesgo no siempre tiene su origen en una amenaza previa. La amenaza se origina en un actor externo que no se ha declarado enemigo desde un punto jurídico, pero que, con sus actos o declaraciones, da a entender que va a causar un daño, por ejemplo una reclamación territorial, un despliegue militar, la existencia de sistemas de armas de destrucción masiva o actitudes ideológicas con intenciones hostiles, y tiene una finalidad clara.
La amenaza es un objeto, actividad, persona o grupo con el potencial de causar daño. Es un concepto que en las últimas décadas se ha reformulado en términos geopolíticos. Para determinar la amenaza hay que tener en cuenta una diversidad de actores que interaccionan conjuntamente: determinados Estados, agentes no estatales, entre los que se encuentran grupos terroristas, organizaciones de delincuencia organizada, empresas privadas y la población civil. El ámbito de las amenazas actuales es transnacional, mientras que históricamente se circunscribía a ubicaciones geográficas concretas.
El terrorismo es una amenaza que pretende anular la capacidad del Estado, de manera que este quede inservible, no mediante acciones de guerra que supongan un desgaste material, sino mediante acciones que desestabilizan el funcionamiento del Estado. Al contrario que los Estados, los terroristas no tienen ningún tipo de responsabilidad, por lo que pueden permitirse el lujo de actuar sin ataduras, ya que sus objetivos son fundamentalmente destructivos, basados en la violencia, el sabotaje, el vandalismo o la devastación, tanto material como psicológica. No tienen que responder a intereses políticos civilizados, ni rendir cuentas de sus actos, por lo que su voluntad, frecuentemente de tendencia fanática, constituye su mayor fortaleza.
El terrorismo puede prolongar el conflicto tanto como sea necesario, y cuanto más lo haga, más le beneficia, puesto que condiciona la actuación de las autoridades políticas, que tienen que rendir cuentas ante los ciudadanos con periodicidad electoral. Además, los grupos terroristas se aprovechan de una de las mayores vulnerabilidades de los Estados, que es su sistema de valores, cuyo valor supremo es el respeto a la ley, al que se ha llegado después de un prolongado proceso histórico que ha llevado siglos. También se aprovechan de la trasparencia de los Estados, que muestran su organización para acercarla al ciudadano, lo que conlleva exponerse de forma visible, además de ofrecer fácilmente múltiples objetivos a los eventuales agresores, haciendo una utilización perversa de las nuevas tecnologías.
En los siguientes apartados se describe la situación actual de la amenaza del terrorismo en España, las medidas que se están tomado y finalmente los resultados que están produciendo dichas medidas.
Amenaza
En España, la percepción social de la amenaza se puede evaluar con la encuesta elaborada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (en adelante CIS). Según el barómetro de dicho centro, desde hace años son los problemas económicos la mayor fuente de preocupación de los españoles. Si bien los problemas sociales y los relacionados con el terror inquietaban de igual modo a principios de enero de 2010, la preocupación por los primeros ha aumentado paulatinamente, a la vez que ha descendido la de los segundos. La principal causa de este descenso, además de la intensificación de la crisis económica, es la ausencia de acciones violentas por parte de la banda terrorista ETA.
Históricamente, apenas se menciona del problema del terrorismo internacional, más que en septiembre de 2001 y marzo de 2004. En diciembre de 2014, el terrorismo internacional ocupaba el número 31 de 53 en el ranking de los problemas de los españoles. Sin embargo, esta situación cambia a partir de enero de 2015, con el ataque al semanario satírico Charlie Hebdo (perpetrado por los hermanos Kouachi y cuya autoría fue reivindicada por AQAP), con el que se sincronizó el ataque de Ameddy Coulibaly a un supermercado judío (actuando en solitario, aunque inspirado por la propaganda de Daish, al que le juró fidelidad). La preocupación por el terrorismo internacional se incrementa progresivamente hasta el número 8 en el ranking de diciembre de 2015, cuyas entrevistas se efectuaron entre el 1 y el 11 de diciembre, todavía bajo la influencia mediática de los atentados del 13 de noviembre en Paris. En abril de 2016 también hay otro repunte, que bien puede deberse a que las entrevistas se realizaron entre el 1 y el 10 de abril, y todavía estaban muy presentes los efectos de los ataques de Bruselas, acaecidos el 22 de marzo. Por otra parte, también destaca un incremento de la preocupación por la inmigración en dos momentos puntuales: a principios de 2014, a consecuencia de la llamada segunda crisis de las vallas, en la que cientos de inmigrantes entraron en Ceuta y Melilla, y en septiembre de 2015, que coincide con el estallido de la crisis por los refugiados sirios que llegan a Europa.
La irrupción en escena de Daish, con la considerable atención mediática que los informativos le dedican, parece estar influyendo en la sociedad española. Pero esta visión subjetiva de la sociedad no es una mera percepción de la población civil, enormemente influenciada por las eficaces acciones de propaganda del grupo terrorista más mediático del terrorismo internacional, sino que el terrorismo yihadista realmente supone una amenaza cada vez mayor, por lo que debe ser abordado desde el ámbito de la Seguridad Nacional.
La Seguridad Nacional en España es un bien o servicio público que debe ser proporcionado por el Estado. Se rige por la Ley 36/2015, de 28 de septiembre de Seguridad Nacional, que aborda la Seguridad Nacional desde una perspectiva integral, que implica tanto a todas las Administraciones Públicas como a la sociedad en general.
La Estrategia de Seguridad Nacional vigente es la de 2013, en la que se identifican los riesgos y amenazas actuales, a partir de los cuales se establecen los objetivos y líneas de acción estratégicos en los ámbitos de actuación prioritarios. Por otra parte, también se tienen en cuenta algunos factores potenciadores, que pueden desencadenar o agravar algunos de los riesgos o amenazas. Dentro de los riesgos y amenazas que afectan singularmente a la Seguridad Nacional, el segundo es el terrorismo y los eventuales factores potenciadores son: “el cambio climático, la pobreza, la desigualdad, los extremismos ideológicos, los desequilibrios demográficos o la generalización del uso nocivo de las nuevas tecnologías”.
Con respecto a identificación del riesgo o la amenaza del terrorismo en el último Informe Anual de Seguridad Nacional de 2015 figura lo siguiente:
…Los graves atentados acontecidos… aumento de la radicalización… confirman que el terrorismo es uno de los mayores desafíos globales… La lucha contra el terrorismo en todas sus dimensiones constituye una prioridad estratégica… El terrorismo es el peor enemigo de la democracia y de las libertades…El terrorismo constituye una de las principales amenazas para la Seguridad Nacional…España es un objetivo permanente de la amenaza yihadista…emergen factores como la confluencia de sus particularidades históricas, sociales, demográficas y geográficos o el significado de Al Andalus en el imaginario yihadista…Se ha constatado la presencia en Europa de células para cometer acciones complejas y coordinadas que cuentan con el apoyo de estructuras logísticas que les facilitan el material necesario…los autores individuales siguen suponiendo una amenaza grave para la Seguridad Nacional…Se calcula que 150 ciudadanos españoles o residentes en nuestro país han viajado a esas zonas para integrarse en las filas del DAESH…Para España, el peligro se centra en la posibilidad de retorno de esos combatientes a nuestro país, o bien en el caso de combatientes extranjeros procedentes de otros países de la UE, existe el riesgo de que sirviéndose de la libertad de circulación en el territorio Schengen acaben llegando a nuestro país…”
Por consiguiente, se puede afirmar que el terrorismo de ideología yihadista es una amenaza real, aunque hay que tener en cuenta que las autoridades son conscientes de dicha amenaza y están tomando las medidas correspondientes.
Medidas
La principal medida en la lucha contra el terrorismo es localizar sus fuentes financieras, así como sus transacciones monetarias, ya que es fundamentar cortar la financiación. En primer lugar hay que identificar sus fuentes, es decir, a aquellas personas o actividades económicas que generan el volumen de fondos que se necesita para la propia subsistencia de los terroristas, así como para el aprovisionamiento de suministros y armas. En segundo lugar, también hay que identificar los canales financieros por los que fluyen los fondos, con objeto de tomar las medidas necesarias. En el caso concreto de grupos terroristas, cuando utilizan el sistema bancario, existen procedimientos establecidos para el bloqueo de fondos; y también hay órganos de control en las distintas entidades e instituciones que componen el sistema financiero que aplican medidas de prevención.
También se deben localizar las bases, santuarios y agentes de reclutamiento, para lo cual la labor de la inteligencia es imprescindible si se quieren obtener datos precisos. Por una parte, se debe centrar en la audiencia objetivo de las zonas de reclutamiento, con objeto de detectar a los agentes reclutadores, y puedan ser capturados o neutralizados. Por otra parte, la inteligencia debe proporcionar información sobre la ubicación de los lugares de adiestramiento, además de las rutas de tránsito de reclutas, por lo que es imprescindible la cooperación internacional.
Desde el punto de vista de la Estrategia de Seguridad Nacional, una vez identificados los principales riesgos y amenazas, se establecen doce ámbitos prioritarios de actuación y se define para cada uno de ellos el objetivo principal que se debe alcanzar y las líneas específicas ajustadas a las características propias de dicho ámbito de actuación. La línea de actuación estratégica sobre el terrorismo es la lucha contra el mismo y su objetivo es “Neutralizar la amenaza que representa el terrorismo y reducir la vulnerabilidad de la sociedad ante sus ataques, haciendo frente a los procesos de radicalización que lo puedan preceder o sustentar”. Las líneas de acción estratégica se plantean en cuatro pilares básicos denominados PPPP :
Prevención: Se han puesto en marcha diversas iniciativas, entre las que destacan el Plan de Acción de Lucha Contra la Financiación del Terrorismo, el Programa contra la radicalización en prisiones y el Plan Estratégico Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta (en tres ámbitos: nacional, internacional y ciberespacio). Además, y dado que la Seguridad Nacional es un proyecto compartido por todos, en el que la sociedad tiene un papel relevante, en diciembre de 2015 comenzó a funcionar el proyecto Stop Radicalismos, iniciativa basada en la colaboración ciudadana.
Protección: Se han tomado medidas para reforzar la seguridad de determinados objetivos, lugares o eventos, que puedan ser considerados de atracción preferente por parte del terrorismo.
Persecución: Se ha modificado la Ley de Enjuiciamiento Criminal y se ha reformado el Código Penal en materia de terrorismo: “se tipifica el adoctrinamiento y el adiestramiento militar o de combate o el manejo de toda clase de armas y explosivos, incluyendo expresamente el adoctrinamiento y el adiestramiento pasivo, con especial mención al que se realiza a través de internet o se tipifica el fenómeno de los combatientes terroristas extranjeros”.
Adicionalmente, la financiación del terrorismo también está siendo un foco de atención preferente, para lo cual se ha incrementado la colaboración entre los cuerpos policiales y se han intensificado las labores de inteligencia.
Preparación de la respuesta: Se ha impulsado el apoyo a las víctimas del terrorismo, otorgándoles protagonismo en la construcción de contranarrativas, y se ha renovado el compromiso de España en la lucha contra el terrorismo, con la participación española en diversos foros y grupos de trabajo.
Todas estas medidas son una clara muestra de la voluntad de seguir avanzando en la lucha contra el terrorismo, para lo cual está involucrando el sector público, el privado y la ciudadanía, dado que la Seguridad Nacional es un proyecto que afecta a todos y, por tanto, compartido por todos.
Resultados
El Informe Anual de Seguridad Nacional de 2013 indica que “el terrorismo, tanto autóctono como internacional, continúa suponiendo una de las principales amenazas” y dedica casi el mismo espacio al internacional que al autóctono, es decir, ETA, Resistencia Gallega, grupos de ideologías extremas como los de origen anarquista o grupos radicales violentos surgidos como fenómenos emergentes a consecuencia de la crisis económica. Con respecto al internacional se considera el “terrorismo de carácter yihadista” como un fenómeno que constituye una amenaza en tres grandes ámbitos, y los indica en este orden: (1) “las organizaciones terroristas implantadas fuera de nuestro país“, (2) células o grupos en España y (3) actores solitarios. Es por tanto que cuando se publica dicho informe en abril de 2014 terrorismo de ideología yihadista se considera un fenómeno de índole más exterior que interior. Sin embargo, un mes después, la situación cambia considerablemente, con la entrada en escena de Daish, su capacidad de captación y su reclamación histórica de España como la provincia Al-Andalus del Califato.
Entre 1996 y 2012 son 84 los yihadistas condenados o fallecidos en España y 150 .los detenidos y puestos a disposición judicial por actividades relacionadas con Daish. El Real Instituto Elcano elabora un estudio sobre los detenidos vinculados a Daish en el que obtienen las siguientes conclusiones:
El perfil sociológico más frecuente entre los detenidos es: hombre, casado, con hijos, español o marroquí, con estudios secundarios, y con conocimientos elementales de la Sharia. Un número significativo tenían antecedentes penales. Las mujeres tienen una escasa relevancia, pero su presencia va incrementándose paulatinamente, sobre todo en relación a las actividades de captación y radicalización.
El principal escenario geográfico es la provincia de Barcelona, aunque el foco más importante de los detenidos de nacional española se ubica en Ceuta, en concreto en jóvenes de segunda generación que han nacido y residen en dicha ciudad autónoma.
Los procesos de radicalización se desarrollan en entornos mixtos, combinando el ámbito online con el offline, principalmente en domicilios privados, lugares de culto, centros culturales, espacios al aire libre o centros penitenciarios.
Las motivaciones para unirse al Daish se agrupan en las siguientes categorías:
o Motivos ideológicos o utilitarios: Consideran que la yihad es un imperativo religioso en su vertiente más belicosa, y que el terrorismo está justificado moralmente. Creen que el terrorismo es la única opción, además de la reacción a la hostilidad generalizada del mundo occidental contra la comunidad de creyentes musulmanes. Piensan que tendrán un doble beneficio material e inmaterial, sobre todo los terroristas suicidas. La recompensa material es el paraíso después de la muerte y la no material es el prestigio o estatus social que consiguen no sólo para ellos sino para su familia. Los mártires gozan de la respetabilidad de la Umma. Además, la participación en actividades terroristas también puede ser percibida como acto de redención de pecados consumados, es decir, de las trasgresiones de los preceptos religiosos cometidos en el pasado.
o Motivos existenciales e identitarios: Los que habían sufrido una crisis existencial o una frustración por cualquier motivo personal estaban en situación de especial vulnerabilidad psicológica y al unirse a Daish encuentran que forman parte de una identidad colectiva, lo que da un sentido a sus vidas.
o Motivos emocionales y afectivos: Predominan las emociones negativas de odio y frustración. El odio se dirige hacia los no musulmanes, sobre todo a judíos y cristianos, además de hacia los musulmanes apóstatas, como chiíes o sufíes, que no practican el salafismo suní que predica la organización terrorista. La frustración por no alcanzar las expectativas conduce a la decepción, que es la antesala de la radicalización. También hay emociones positivas como el amor, principalmente en mujeres que siguen los pasos de sus parejas o que inician una relación sentimental, a través de alguna red social, con un combatiente terrorista que lucha en Siria.
Si bien este informe es un estudio empírico que muestra los rasgos característicos de los detenidos, no se puede afirmar que dichas características sean representativas del terrorista de ideología yihadista en España, puesto que no incluye los datos de las personas que están siendo investigadas por los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, ni de las que todavía no hayan sido identificadas por dichos cuerpos, ni por los servicios de inteligencia.
Conclusiones
La conducta del creyente musulmán está condicionada por la religión, en un contexto de pertenencia a la Umma. Todos los aspectos que afectan a su vida cotidiana están ajustados por un filtro moral que diferencia entre lo lícito o halal y lo ilícito o haram. El creyente musulmán tiene unos hábitos de consumo razonables y respetuosos, es justo, utiliza los recursos de manera equilibrada para obtener una riqueza que contribuya al sostenimiento de la sociedad, respeta los contratos por ser algo sagrado e inviolable, trabaja porque la inactividad y la holgazanería es la exteriorización de la carencia de fe, y su comportamiento financiero se centra en productos que no tengan riesgo ni tipo de interés. Esta conducta del creyente musulmán, condicionada por distintos aspectos, como el histórico, religioso, económico y financiero, es teóricamente la que caracteriza al buen musulmán.
Sin embargo, tras un proceso de radicalización, este musulmán puede transformarse en un combatiente terrorista de ideología yihadista, que como buen creyente llevará esta conducta teórica a su máximo extremo.
Con respecto a las relaciones contractuales, la integración en el grupo terrorista constituye un acuerdo contractual bilateral inviolable y santo, y por tanto no puede ser revocado unilateralmente por una de las partes. Por consiguiente, la deserción es la violación de dicho acuerdo contractual, e implica que el desertor no ha sido fiel a su palabra, por lo que merece la pena máxima. En cuanto a los contratos unilaterales (regalos, donaciones y otras aportaciones) son una de las principales fuentes de financiación de algunos grupos terroristas.
En cuanto a la propiedad, el terrorista no precisa ser propietario bienes, y no siente apego por terrenos o inmuebles, puesto que estos pertenecen a Allah. Para él será natural vender y no le costará desprenderse de dichos bienes, sobre todo si constituyen una fuente de ingresos para las arcas de la organización terrorista, o le permiten obtener los recursos necesarios para viajar a Dar Al Islam.
En relación al trabajo, en los procesos de llamamiento para ir a Dar Al Islam, se indica expresamente que los musulmanes en Dar Al Harb están desaprovechando la oportunidad de manifestar su fe. Aceptar la llamada y acudir a vivir al Califato conlleva integrarse en un sistema en el que puede hacer un trabajo productivo y beneficioso en nombre de Allah.
El terrorista tendrá unos hábitos de consumo austeros. Estará excluido de los circuitos convencionales de consumo, y tenderá a acudir exclusivamente a aquellos locales comerciales donde se vendan productos halal. Los productos financieros occidentales tienen riesgo y tipo de interés, por lo que el terrorista los rechazará y, además, eludirá cualquier tipo de contacto con instituciones bancarias no islámicas. En países en los que la banca islámica está bien establecida el terrorista podrá acceder a este tipo de institución. Sin embargo, en los países occidentales la presencia de banca islámica es tan limitada, que tenderá a utilizar efectivo y, para la transferencia de fondos, optará por sistemas de transferencias alternativos como los Hawala.
La doctrina ideológica-religiosa denominada wahabismo ha inspirado al salafismo más extremo que adoptan los actuales grupos terroristas de ideología yihadista como Al Qaeda o Daish. La interpretación de Daish ambiciona cambiar el orden mundial, con la instauración de un Califato mundial. Reinterpreta la Sharia y establece lo que es un creyente y declara hereje al resto de la población mundial, con marcado carácter apocalíptico. Gracias a su gran poder de difusión de propaganda yihadista ha conseguido que actualmente haya un número incalculable de potenciales combatientes terroristas en el mundo, no sólo en los territorios que controla, sino en muchos países del mundo occidental.
El terrorismo de ideología yihadista es una amenaza real en España, y las autoridades, conscientes de ello, están tomando las medidas adecuadas, cuyo resultado ha sido la detención de 150 personas vinculadas con Daish entre 2013 y mayo de 2016, que hasta la fecha ha evitado un ataque terrorista en territorio nacional. La actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad, junto con la de los servicios de inteligencia se puede calificar de eficaz, ya que no se ha producido ningún ataque terrorista en este período.
No obstante, el riesgo cero no existe, sobre todo teniendo en cuenta que España constituye un objetivo prioritario como provincia Al Andalus. Hay un sustrato importante en determinadas zonas de relevante presencia musulmana, como Barcelona, Ceuta y Melilla. El Islam tiene un carácter foráneo, a pesar de que el 41% de los musulmanes residentes en España son españoles. Todos estos aspectos, junto con el oportunismo de algunos medios de comunicación, están favoreciendo la Islamofobia, es decir, están intensificando el sentimiento de rechazo hacia todo lo que tenga que ver con el Islam.
A pesar de la eficacia de las investigaciones, no se descarta la actuación de algún sujeto en solitario, que todavía no se haya detectado su alto grado de radicalización y compromiso, ni de alguna célula operativa que se haya mimetizado entre los colectivos de musulmanes moderados, ocultando su condición. Por consiguiente, aunque en menor grado, y dado el actual llamamiento global que apela al brutal asesinato indiscriminado en cualquier lugar y de cualquier modo, persiste el riesgo de ataque terrorista de ideología yihadista en España.
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