¿Cómo escribir una tesis doctoral?
Empezar un programa de doctorado es una decisión trascendental en la carrera académica de cualquier persona. Alguien inteligente e intuitivo tratará de imaginarse en qué consistirá esta empresa, por deducción, por observación o por haber tratado con otros doctores que le hayan dado referencias. Personas brillantes y muy ocupadas, acostumbradas a cosechar éxitos, tendrán la tentación de iniciar un programa doctoral confiando en sus capacidades. En otras ocasiones, jóvenes inteligentes con aspiraciones se embarcan en el proceso como medio de promoción personal. Sin embargo, existe el riesgo de subestimar la dificultad y esfuerzo que supone “hacer una buena tesis” o, hablando con mayor propiedad, acceder satisfactoriamente al grado de doctor.
El objetivo de este artículo divulgativo es informar a futuros doctorandos de las lecciones aprendidas de alguien que ha terminado el proceso, ofreciendo algunos consejos útiles y que no siempre vienen en los libros. Estas líneas pretenden ser un ayuda para calibrar en su justa medida el proceso doctoral.
Conviene saber lo que NO es una tesis doctoral
Una tesis doctoral no es un trabajo extenso, ni un gran ensayo, ni la expresión escrita de lo mucho que uno ha aprendido en su especialidad profesional. No es algo que se puede hacer meritoriamente, dedicándole algunos ratos libres. Personas excepcionalmente dotadas asumirán que pueden enfrentarse con fortuna a una tesis doctoral porque “se les da bien escribir”. Pero redactar una tesis doctoral no es producir un texto convincente sino que es la culminación de un proceso de investigación riguroso a la par que original. La producción científica, de la que la tesis doctoral es el primer exponente del alumno, es lenta y laboriosa porque cada información que se transcribirá en cada párrafo del documento deberá contener información útil y perfectamente contrastada que tiene su origen en fuentes primarias o secundarias. Puede sorprender que en una tesis doctoral, el conocimiento o experiencia del autor sea en gran medida irrelevante si no está sustanciado por evidencias de terceros investigadores. Las opiniones, juicios de valor, ripios, frases hechas y el lenguaje coloquial se eliminan totalmente del lenguaje científico. Sólo son válidas las conclusiones finales apoyadas por una base investigadora sólida. La necesidad de escribir todo el trabajo basándose en evidencias es quizá el aspecto más sorprendente de la tesis, que es a su vez la culminación del proceso de investigación científica. Es una gran cura de humildad y algo que transforma al doctorado para siempre porque a partir de ese momento ya siempre pensará con mentalidad científica.
El título de este artículo está deliberadamente mal planteado porque hacer un doctorado no consiste en “escribir una tesis”, sino más bien en acometer un proceso de investigación original que culmina en un documento explicativo en el que se vierten los hallazgos y conclusiones científicas del autor. El alumno en ciernes tiende a establecer un paralelismo fuerte entre el doctorado y el documento final. Esta actitud es perjudicial porque entonces se estará tomando la parte por el todo. Llegar a ser doctor es mucho más que escribir una tesis y conlleva una profunda transformación personal.
Sólo cuando llegue el momento, sí será necesario volcar todo el esfuerzo sobre sus páginas atendiendo cuestiones formales: estructura, maquetación, sistema de referencias, número de páginas, encuadernación. Siendo importante la forma, el fondo es crucial para lograr el éxito.
Alcanzar el grado de doctor consiste en culminar con éxito un proceso de investigación científica original. El lector que esté calibrando los estudios de doctorado debe aclararse sobre lo que va a investigar, lo que desea descubrir y por qué es importante. Antes de tomar la decisión definitiva conviene leer libros y manuales sobre cómo se debe abordar un programa de tesis doctoral. Es mucho mejor conocer con intimidad a qué se va a enfrentar uno desde el principio, que descubrirlo cuando el proyecto esté en peligro de fracasar. En los años venideros el doctorando leerá centenares de libros y acaso estos primeros sean los más útiles para conocer el terreno, y que además contienen muchos consejos útiles.
Lo primero, madurar una idea de investigación
Cuando se ha tomado la decisión de querer ser doctor, el alumno aplicará su talento en buscar un área de investigación que permita descubrir algo novedoso. Es lo que se denomina el problema de investigación. Ayudará al doctorando plantearlo como una carencia social que su esfuerzo científico contribuirá a colmar. Empeñarse en un tema que gusta pero que genera un conocimiento inútil es un desperdicio de tiempo y talento. Al contrario, si lo que se descubre tiene aprovechamiento, o complementa otras investigaciones, el doctorando hará una genuina aportación al conocimiento científico que mejore la sociedad. No se espera que el doctorando «descubra la cura del cáncer», pero sí que su trabajo resulte atractivo para futuras investigaciones, como fruto de su originalidad. En todos los ámbitos del conocimiento existen áreas interesantes para la investigación científica. En algunas universidades los propios directores de tesis orientarán al doctorando sobre posibles temas o líneas de investigación ya abiertas. Tanto si la propuesta parte del alumno, como si viene indicada por los directores de tesis, el doctorando debe asegurarse de que su investigación descubrirá algo nuevo (aunque el descubrimiento sea la refutación de la propia hipótesis). Para ello tendrá que hacer indagaciones preliminares, pensando siempre en la futura elección de objetivos, formulación de hipótesis y diseño de investigación.
Delimitar el alcance
El programa de doctorado conlleva centenares de horas de trabajo a lo largo de varios años. El proceso de elaboración científica tiene que tener unas bases sólidas que no pueden sustentarse sólo en la inteligencia, la intuición y la memoria. Cuando se llevan varios años con el mismo tema, el autor olvida lo que ha escrito e incluso lo que ha descubierto si no lo registra adecuadamente, por lo que debe tener unas guías claras sobre las que ir progresando y asentando conocimientos.
Cuando el alumno ha elegido lo que quiere investigar debe responderse con sencillez a las preguntas: ¿Qué quiero investigar? ¿Qué voy a tratar de descubrir? ¿Por qué es original? ¿Qué problema resuelve? y ¿Por qué es importante para la sociedad? Según enseña Umberto Eco, el tema escogido tiene que cumplir tres premisas: que sea lo suficientemente extenso para ser interesante y lo suficientemente reducido para ser abordable; que el autor sea lo suficientemente competente para resolverlo y que el doctorando cuente con los medios materiales y de tiempo necesarios para llevarlo a cabo. Es un primer ejercicio de honestidad personal, de los muchos a los que se verá sometido el nuevo investigador. Si el proyecto de investigación se demuestra inabordable por su extensión y complejidad se estará empezando un camino que terminará en una frustración segura (y en el mejor de los casos una monumental pérdida de tiempo, cuando no el abandono del programa). Si por el contrario, el alcance es tan sumamente restringido y especializado que no aporta nada valioso, tampoco interesa. En el momento de delimitar el alcance es clave la opinión del director o directores de tesis. Conviene invertir el tiempo que sea necesario en esta decisión.
Formulación correcta de la tesis
Para formular correctamente la tesis doctoral existe una tríada de elementos clave que son los «objetivos», «la hipótesis» y «el diseño de investigación», incluyendo el «método científico» utilizado. Se saldría del propósito de este artículo explicar estos elementos con profusión, al existir abundante literatura sobre ellos. Baste identificarlos. El doctorando estará tentado de pasar por estos aspectos “de puntillas” y centrarse en lo que piensa que es “el meollo” de su tema de investigación. Hay que explicar, sin embargo, que para alcanzar llegar a ser doctor el aspecto más importante es demostrar «que se sabe investigar». No se juzgará tanto al nuevo doctor por su descubrimiento como por su método investigador. Si no se profundiza correctamente en la tríada objetivos-hipótesis-diseño lo más probable es que el director pida que se explique con la investigación ya avanzada o a media redacción del documento final. Mal puede un investigador descubrir nada si no conoce con intimidad el método que está utilizando para ello.
Estructurar el documento de tesis desde el principio
Resultará muy útil redactar el índice del documento de tesis doctoral desde el principio. Es recomendable presentar al director una primera relación de contenidos ordenados de forma lógica y un índice completo una vez se tenga el visto bueno de dichos contenidos. Su “ojo clínico” servirá para conocer si el proceso está bien orientado o no. Sobre todo, se evitará el derroche de tiempo en actividades superfluas que finalmente no tengan traslación en el cuerpo principal. En función de la complejidad de la investigación puede ser recomendable trabajar en el texto conforme evolucionan las pesquisas. «El documento de tesis doctoral debe apoyar la investigación y la investigación debe apoyar al documento». Si al investigar se van haciendo anotaciones cruciales, ya elaboradas, en el cuerpo principal, éste irá tomando forma. Además, la propia estructura del informe hará evidentes las investigaciones innecesarias, por no aportar sustancialmente a la investigación. Lo superfluo “no tendremos dónde meterlo” de forma lógica para que fluya la argumentación. Tan importante es saber lo que se debe investigar como aquello que se debe ignorar y un índice correctamente diseñado ayudará a decidirlo.
Un ejercicio de administración de recursos escasos
El alumno descubrirá pronto que el éxito de su camino hacia el título de doctor es en gran medida un ejercicio consciente de administración de recursos limitados: tiempo, inteligencia, dinero, ilusión y capacidad de sacrificio. El doctorando requiere de una gran autodisciplina para administrarlos con mano firme, estableciendo límites, pero dando por sentado que aspirar a la calificación más alta posible. En este sentido, cuanto mejor sea la planificación de a dónde se quiere llegar con la investigación y con la tesis, menos tiempo se malgastará. Aquellas personas que no se dedican al doctorado a tiempo completo tendrán que hacer un sobreesfuerzo. Es recomendable tener el hábito de trabajar en el proyecto sin dejar pasar más de una semana en los periodos de menos disponibilidad. El reencuentro con el trabajo científico, aunque en eso momentos sea puntual, producen la sensación reconfortante de que se le está dando continuidad.
Primeras zozobras
Formular correctamente la tesis doctoral, eligiendo un buen método científico conlleva familiarizarse con conceptos muy poco utilizados por la sociedad profesional moderna como puede ser la teoría del conocimiento, la filosofía o las teorías de demarcación. Tener que decantarse por un método determinado obligará al doctorado a plantearse “¿qué es la ciencia… cómo se hace ciencia?”. Pronto descubrirá que la humanidad lleva siglos pugnando por responder a ese mismo interrogante sin que exista unanimidad en la comunidad científica. Ya los filósofos presocráticos se planteaban lo que era la verdad y cómo alcanzarla. Probablemente sin ser un filósofo, el doctorando se enfrenta a la reflexión sobre las fuentes del conocimiento verdadero, o como mínimo a las de «su conocimiento verdadero”. Como toda actividad humana el método científico lleva evolucionando desde la historia antigua. En este sentido será útil que el doctorando se haga con manuales sobre metodología de la investigación científica, teoría del conocimiento o sobre la historia de la filosofía para familiarizarse con los conceptos más apremiantes. Al doctorado se le pedirá un método y lo tendrá que justificar, por lo que no resultaría honesto elegirlo por conveniencia sin comprenderlo plenamente o sin haber valorado otros. Este es uno de los aspectos más enriquecedores del proceso de investigación y posiblemente el que dote al futuro doctor de más confianza. El doctor además de experto en un área concreta del conocimiento debe ser conocer los fundamentos y evolución de la filosofía. No en vano, en el mundo anglosajón a los doctores se les denomina «Philosophy Doctor» (PhD).
Diálogo frecuente con el director
La investigación del doctorando es en gran medida un ejercicio personal y autodidacta, supervisado por la autoridad académica del director. Durante la investigación y escritura del documento final, el diálogo frecuente con la dirección de tesis será siempre una gran ventaja. Un director de tesis tenderá a preocuparse más por la actividad de su promocionado cuanto más avanzado está el proceso y más cercana su culminación. Es muy recomendable que el doctorando se muestre muy proactivo desde el primer minuto ya que ello le ahorrará muchas horas de tiempo y de esfuerzo perdidos. Si el doctorado avanza por su cuenta con escasa supervisión se puede encontrar con que el director le enmiende la plana cuando el proceso está ya muy avanzado. No es raro que se pida al alumno que se eliminen pasajes enteros (que le habrá costado mucho trabajo exponer) o que se modifiquen aspectos formales que incluso obliguen empezar desde cero, para desesperación del autor. Consensuar un sistema adecuado de cita y referencia es crucial porque cuando se llevan decenas de folios escritos resulta trágico volver a retomar toda la bibliografía para ajustarla a la petición formal de la dirección. En las universidades excelentes el proceso de revisión es trazable y está documentado en fichas o actas que sirven de guía para que nada quede en saco roto. En todo caso se deben evitar conflictos con el director y sólo ante extremos contrastables pedir un cambio de dirección.
Cuidar el aspecto formal
Una tesis doctoral además de estar correctamente escrita debe cuidar aspectos formales cuya resolución darán la medida de la calidad del trabajo. Cada universidad tiene su propio sistema y la expectativa del tribunal será que el doctorando se adhiera a rajatabla a lo que esté determinado. Ello tiene gran importancia porque cuando se es doctor y se investiga profesionalmente, al publicar en revistas científicas éstas tienen requerimientos de forma extremadamente exigentes. La negligencia del autor en estos casos impedirá ver publicada su obra y, en nuestro caso, que la calificación del nuevo doctor sea inferior.
Constancia, honestidad y confianza
El doctorado es una carrera contra uno mismo donde finalmente es el propio autor el que conoce íntimamente la calidad de su trabajo. En el mejor de los casos, el doctorando estará tentado de abandonar, máxime si arrecian otras obligaciones. En el peor, puede tomar atajos o requerir ayudas ilegítimas de terceros. Llegar a ser doctor requiere de una notable constancia que debe llevar aparejada honestidad y confianza en el resultado final. «Nadie nace sabiendo afrontar una tesis», camino de descubrimientos científicos y personales. Cuando se ha explicado la necesidad de administrar el tiempo o el esfuerzo no se preconiza «escatimarlo», sino evitar malgastarlos. Una vez inmerso en pleno proceso de investigación, las indagaciones y los contrastes requerirán de paciencia suma. Los resultados serán los que se hayan descubierto en realidad, no los que queremos descubrir porque vayan a mejorar el documento final. El investigador revisará miles o decenas de miles de datos e informaciones y la calidad de cada muestreo dependerá en gran medida de su amplitud y bondad en el tratamiento.
La «crisis del doctorando»
Conviene estar alerta ante la “crisis del doctorando”. Ésta suele acaecer hacia el final del proceso cuando ya la redacción está muy avanzada y puede tomar múltiples formas: constatar que el trabajo que se ha hecho es insuficiente; asumir erróneamente que el tema elegido no tiene en realidad el menor interés; asumir que no se tiene talento suficiente para culminar con éxito o tener que repasar el trabajo y mejorarlo incansablemente. Doctorarse es dominar incansablemente el juego de los “enésimos”: la enésima revisión de los datos, la enésima corrección, repasar la enésima cita, leer el enésimo libro, incorporar la enésima recomendación del director. Y cuando se ha terminado todo, hay que hacer la enésima lectura final que nos invitará a hacer la enésima corrección, sólo para descubrir que hay que volver a hacer el enésimo repaso.
Pero todo tiene un límite y dar por finalizada la obra forma parte de las muchas decisiones de gestión del doctorando. Se ha de tener en cuenta que «sólo se sabe escribir una tesis cuando ya se ha escrito la tesis». Llegará el momento de dar por concluido el trabajo ccuando el doctorando está más maduro como investigador y repare en las imperfecciones del trabajo. Se dará cuenta de que, de tener que repetir el trabajo, lo haría de manera diferente, mejor. Cuando se sabe realmente investigar y escribir una tesis es cuando ya se ha terminado. Esta constatación debe ser interiorizada con naturalidad para evitar la tentación de rehacer la tesis en profundidad. Por su propia naturaleza iniciática, la tesis doctoral es imperfecta. El ya doctor sí podrá utilizar sus nuevas competencias para acometer investigaciones más solventes.
La defensa de la tesis
El paso previo a la ceremonia de defensa es la encuadernación del documento de tesis. Si se cuenta con recursos para ello, es muy recomendable hacer una edición profesional de los ejemplares de los miembros del tribunal y dirección de tesis. De esta manera la obra tendrá un formato de tipo libro, más atractivo que hará que “el producto” tenga de entrada una presentación agradable. Se transmite así una primera sensación de calidad y perfeccionismo. Se da por hecho que el texto estará escrito de manera fluida y que su lectura resultará entretenida y lógica. En la defensa, cada universidad tiene su propio modo de organizar el acto. Es común que el tribunal esté formado por cinco doctores, dos internos y tres externos, con experiencia en la disciplina científica en cuestión. El director de tesis siempre procurará que los miembros sean catedráticos y profesores de universidad, autoridades en la materia. Como se trata de actos públicos, es recomendable que el doctorando acuda previamente a defensas en su misma universidad, anotando las mejores prácticas y patrones de funcionamiento. Algunos tribunales pondrán más énfasis en el método y diseño de investigación, otros valorarán más las conclusiones y otros los aspectos formales. Los tres son cruciales. El acto de defensa consta de tres partes: exposición, debate y deliberación. En primer lugar el doctorando realiza una exposición de los aspectos más importantes de su tesis. Seguidamente, empieza un tramo en el que los miembros del tribunal hacen sus valoraciones y objeciones. El acto continúa con una réplica final del doctorando a las objeciones, que es el verdadero momento de la defensa de los argumentos. Finalmente el tribunal evacúa la sala o se retira a deliberar la calificación final. Para ser la culminación de años de esfuerzo, el tiempo de exposición es breve, se dispone de media hora o cuarenta minutos a lo sumo. Esto obliga al doctorando a ensayar la lectura y a elegir cuidadosamente las ayudas visuales para no traspasar el tiempo y verse apercibido. En algunas universidades existe el llamado «acto de pre-defensa» que es un ensayo general muy útil con doctores de la propia facultad o externos. Con tiempo suficiente es aconsejable estudiar la trayectoria de los miembros del tribunal, sus publicaciones recientes y las aportaciones al conocimiento que se pueden incorporar a la presentación final (sin importar que no se haya escrito sobre ellas). Es una buena práctica llevar impresas fichas con los nombres, fotografías y tratamientos de los miembros del tribunal, por si es preciso hacer una cita o glosa de algún pasaje de sus intervenciones evitando confundir sus nombres. Las fichas sirven además para ir anotando los aspectos más importantes de las intervenciones de los miembros sabiendo en todo momento quién ha dicho qué. Es agradable ofrecer una copia bien encuadernada de la presentación a los miembros del tribunal que de esa manera seguirán la exposición y prepararán sus replicas con mayor comodidad.
Carlos González de Escalada Álvarez es doctor en Ciencias Sociales por la Universidad a Distancia de Madrid.
Para citar este artículo:
Escalada, C. (2018). ¿Cómo escribir una tesis doctoral? Observatorio de Seguridad y Defensa. Ene. 2018.
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