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“Los españoles se encontraron un hospital de modos y costumbres medievales”

La tarde del pasado jueves 19 de mayo, el salón de conferencias del CISDE se llenaba nuevamente de público que asistía a la conferencia impartida por el Dr. D. Jerónimo González Yanes bajo el título “Militares de Sanidad Españoles en Indochina. Siglos XIX y XX”.

Este polifacético reservista, Teniente enfermero del Cuerpo Militar de Sanidad, es Abogado, Doctor en Historia Contemporánea, Licenciado en Periodismo y Diplomado en Enfermería. Pero no solo tiene formación académica en todos estos ámbitos sino que los ha ejercido o ejerce actualmente como profesional: años de experiencia como enfermero rural y en la UME, periodista en medios sanitarios especializados durante una década, y en la actualidad dedicado a la abogacía y a la investigación y divulgación histórica como afición.

A lo largo de algo más de una hora y media, el Dr. González Yanes diseccionó los entresijos de la que podría ser la primera misión de carácter humanitaria realizada por el Ejército de Tierra español en el 1966, conocida como “Misión Sanitaria de Ayuda a Vietnam del Sur”, y que según el conferenciante, y por diversos motivos, ha sido silenciada y poco se ha sabido de ella. De hecho, el reclutamiento de voluntarios para la misión se hizo de manera confidencial y en ningún caso mediante el Diario Oficial del Ejército.

Tal y como relata el conferenciante, la primera expedición estuvo formada por miembros del Cuerpo de Sanidad Militar y al Cuerpo Auxiliar de Practicantes de Sanidad Militar, ambos del Ejército de Tierra. Un total de 12 profesionales viajaron a Vietnam para prestar servicio a la población civil: 1 Comandante Médico, 4 Capitanes Médicos, un Capitán de intendencia, 1 Teniente Practicante, 3 Subtenientes Practicantes y 3 Brigadas Practicantes.

Profesionales sanitarios que se encontraron con un hospital “de modos y costumbres medievales”, como lo califica el Dr. González; un hospital con capacidad de 200 camas, pero en el que se hacinaban más de 400 personas, encamándose dos enfermos juntos o en el suelo; y que debía atender a una población de 60.000 personas.

Además de las patologías lógicas derivadas de una situación de guerra (heridos de metralla, minas, napalm…), los españoles tuvieron que atender con frecuencia otras enfermedades como tuberculosis, paludismo, diarreas, cólera, parasitosis intestinales, hepatitis y micosis.

«Trabajo de campo»
Amén de su trabajo diario en el hospital, los españoles atendían con cierta periodicidad 4 aldeas alejadas, a las cuales accedían por carretera entre arrozales y vegetación alta y espesa con francotiradores. En dichas aldeas, el equipo realizaban vacunaciones infantiles y trataba enfermos y heridos en su gran mayoría del vietcong, lo que les granjeó simpatías y cierta protección. Sobre estas incursiones, uno de los integrantes de la expedición, el Capitán Médico Faúndez, decía: “No teníamos miedo, no valorábamos el peligro con 40º y 90% de humedad… las situaciones no parecen las mismas”.

Al contrario que lo que ocurrió con la prensa española, que se hizo escaso eco de la labor que nuestros militares realizaban en Vietnam, la prensa vietnamita rápidamente se hizo eco de la labor humanitaria de los sanitarios militares españoles. En España, tres breves noticias en el ABC en diferentes años (1966, 67 y 70), recordaban al grupo de 12 españoles que trabajaban con ahínco tan lejos de su tierra: “Es Gò-Công un pequeño pueblo del Vietnam del Sur donde están doce españoles haciendo algún bien”.

España se retiraba de Vietnam en 1971, y los integrantes de la expedición médica fueron condecorados tanto por el gobierno de Vietnam como por el español y el estadounidense. Les fueron concedidas las siguientes condecoraciones:

  • Vietnamitas: Medalla de Honor de Primera Clase de las FAS del Vietnam del Sur.
  • Americanos: Medalla de Campaña de Vietnam del Sur.
  • España: Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo.

El ameno repaso por esta desconocida misión culminaba con una charla coloquio en la que los asistentes pudieron plantear al ponente las dudas que le habían surgido tras su relato.